003 | Barry Allen.

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» CAPÍTULO TRES:
' Barry Allen '

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LA JOVEN SE BAJÓ del bus de un salto, miró a su alrededor y se sintió un poco más tranquila al ver la ciudad en la que había vivido por años, pero habían algunas cosas diferentes

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LA JOVEN SE BAJÓ del bus de un salto, miró a su alrededor y se sintió un poco más tranquila al ver la ciudad en la que había vivido por años, pero habían algunas cosas diferentes. Avanzó por las calles con el canino, hasta que el departamento de policía apareció frente a ella y no dudó en entrar, el edificio seguía igual. Se acercó a la recepción y aclaró su garganta, llamando la atención de la joven.

— Buenas noches, ¿qué desea? .— preguntó ella con una dulce voz.

— Buenas noches, estoy buscando a Barry Allen.

La chica buscó en el computador el nombre que le había dicho y asintió.

— En el segundo piso a la derecha.

— Gracias.

Siguiendo las indicaciones fue al segundo piso, a la derecha y entró a la única habitación que había, se encontró con un chico de espaldas, se parecía muchísimo a Barry pero no era igual, su cabello era negro azabache, no castaño como lo recordaba.

— ¿Barry? .— llamó desconfiada.

El chico se sobresaltó y rápidamente se dio la vuelta, no era él.

— Ese es mi nombre, ¿te... conozco? .— preguntó confundido.

Pero ella no dijo nada, lo miraba atónita y sentía su cuerpo tiritar, ¿dónde estaban todas las personas que conocía?

— Lo siento, creo que me confundí .— murmuró luego de unos segundos, al notar que el chico pasaba una de sus manos frente a sus ojos tratando de hacerla reaccionar.

— Está bien, ¿puedo ayudarle en algo más? .— preguntó con una sonrisa ladina.

— No es necesario, gracias.

Sonriéndole débilmente salió, al abandonar el edifico soltó todo el aire que no sabía que estaba acumulando y se agachó junto al canino.

— Vamos a casa, debemos encontrar algo.

El perro ladró como si le entendiera, con los sentimientos a flor de piel se levantó y caminó hacia su casa.

(...)

Al estar frente a su casa se paralizó, se escuchaba ruido al interior y las luces estaban encendidas, tocó la puerta con sus nudillos con la esperanza de que alguno de los bobos saliera a recibirla, pero aquella esperanza desapareció cuando un desconocido hombre le abrió.

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