final alternativo.

347 25 42
                                    

☾| 鼠尾草

LEAH SACÓ SU PIE del portal y soltó la mano de Wally, el chico se dio la vuelta y la miró con confusión, pero de inmediato supo lo que pasaba, había elegido quedarse y él no pensaba reclamarle nada.

— Lo lamento, Wally.

— No tienes que lamentarlo, Leah .—le dedicó una pequeña sonrisa.— suerte en todo.

Sin dejarla contestar, el portal se cerró, dejándola en su Tierra natal con todas su pertenencias y con Canuto. Se dio la vuelta para ver al equipo, todos la miraban atónitos, en especial Barry, sus ojos brillaban de la emoción.

— ¿Creen que hay un espacio para mi en su equipo?

(...)

cuatro años después...

— ¿Podrías quedarte quieta? te dejaré calva si sigues moviéndote.

— Lo siento, estoy nerviosa y cuando es así, hago de todo menos que quedarme quieta, pero deberías saberlo, ¡soy como tú!.

Felicity rodó los ojos con una sonrisa y terminó de amarrar el cabello de su hermana, la miró de arriba hacia abajo y un leve chillido de emoción salió de sus labios. La ahora rubia, llevaba un vestido hermoso, era blanco, con falda estilo princesa, mientras que la parte superior estaba llena de pedrería, el escote tipo v y unas delgadas tiras lo sujetaban. Su cabello estaba completamente recogido, su hermana se había encargado de hacerlo y de ponerle un hermoso pinche que hacía juego con su vestido.

— Es hora de irnos, nos están esperando.

Sin esperar más, las dos salieron de allí y se subieron al automóvil que las esperaba afuera. La iglesia no estaba muy lejos, por lo que no tardaron en llegar. Felicity fue la primera en bajarse, era madrina por lo que debía estar antes en el lateral del altar. Rosie tuvo que esperar a que vinieran a abrirle la puerta, cosa que sucedió luego de unos minutos.

— Estás hermosa .—le dijo Harry mientras entrelazaban sus brazos.— ¿no quieres escapar? no diré nada, podrías ir a otra Tierra.

— No lo creo, pero lo pensaré mientras caminamos .—bromeó encogiéndose de hombros y rieron.— nunca había estado más segura de algo, Harry.

— Entonces, no dejemos que siga esperando.

La canción "running home to you" comenzó a sonar, la estaba cantando Kara. Las puertas de la iglesia se abrieron y por allí pasó una Mia de tres años lanzando flores, detrás de ella, venían Rosie y Harry. Los padrinos eran Dean y Cisco, mientras que las madrinas eran Felicity y Caitlin. En el altar estaba Barry, que miraba a la chica con lágrimas cayendo de sus ojos y con una amplia sonrisa, Cisco se apresuró en entregarle un pañuelo, aunque estaba igual o peor que él. Las miradas de los futuros esposos se conectaron, siendo incapaces de dejar de mirarse mientras la ceremonia transcurría.

— Tienes suerte, Allen, cuídala o te pateo el trasero .—le advirtió Wells una vez llegaron.

— Lo haré, tranquilo, la cuidaré con mi vida.

Rosie subió los dos escalones con la ayuda de Barry, hasta que se posicionó frente a él y no soltaron sus manos. Se sentían rodeados por una sensación mágica y difícil de explicar. La felicidad no cabía dentro de sus cuerpos, después de tantos altos y bajos, habían logrado sellar su amor, que juraron sería eterno.

(...)

El baile de novios, no habían alcanzado a practicar mucho pero se sentían listos. Barry tomó la mano de su amada y la llevó hasta la pista de baile. Sus manos rodearon su cintura, mientras que ella posicionó sus manos en sus hombros y comenzaron a moverse al ritmo de la música.

— Te ves hermosa.

— Voy a comenzar a creérmelo si me lo dicen tanto.

— Deberías, eres la chica más hermosa del mundo y te lo diré todos los días si es necesario.

— Te amo, Barry Allen.

— Yo también te amo, Rosie Smoak-Allen, te amaré inclusive aunque la muerte nos separe, porque sé que mi amor por ti nunca desaparecerá, aunque mi corazón deje de latir.

Sellaron ese momento con un beso y sus invitados no desaprovecharon esa oportunidad para molestarlos. Los esposos no tuvieron otra opción que separarse entre risas y seguir con su baile.

(...)

— Nora, ¡baja a comer! .—la llamó Barry, dejando su plato de comida sobre la mesa.

La pequeña de cuatro años bajó corriendo las escaleras, utilizando su súper velocidad, y se sentó en su lugar para devorar lo que le había preparado su papá. Barry la miró con una amplia sonrisa y volvió a la cocina, dónde estaba su esposa comiendo frutillas con chocolate.

— Esto de los antojos, si que es un tema. Cuando tuvimos a Nora, no recuerdo que hayas tenido tantos y ahora me despiertas a las cuatro de la mañana porque quieres comer algo. Que conste que no me estoy quejando, yo feliz me levanto, solo decía.

— Lo sé, quizás es por el hecho de que son mellizos y necesitan el doble de alimento, ugh, ya quiero que salgan pero aún falta un mes.

Barry soltó una risa, se acercó a ella y la abrazó por detrás, dejando sus manos en su estómago.

— Van a ser dos revoltosos .—susurró dejando un beso en su cuello.

— Sólo espero que no salgan con súper velocidad cómo Nora, o quizás si, así tú tienes que cuidarlos .—bromeó la joven comiéndose la última frutilla.

— No me molestaría en lo absoluto.

— Ahora lo dices, ya quiero ver cuando tengas a los tres mini demonios corriendo por todos lados, destruyendo todo a su paso, mientras que yo voy a estar afuera, tranquila y tomando sol con Canuto.

Esta vez ambos rieron, la rubia se dio la vuelta y unió sus labios con los de su esposo. Desde el día que se dieron la oportunidad para tener una nueva relación, todas las cosas cambiaron, pero para bien, con Barry decidieron olvidar todo lo que había pasado entre ellos y comenzar desde cero, fue la mejor decisión que tomaron y no podían estar más felices. Todos en el equipo estaban felices por ellos, siempre los apoyaron en todo.

𝑷𝑯𝑶𝑬𝑵𝑰𝑿 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora