final.

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☾| 鼠尾草

LE SONRIÓ UNA ÚLTIMA vez a los que conocía y cruzó la brecha, había elegido a Wally. Una vez llegaron a la Tierra nueve, soltó su equipaje y se lanzó a los brazos de su novio, tomándolo por sorpresa.

— ¿Estás bien? .—le preguntó él rodeando su cintura con sus brazos.

Leah lo miró directamente a los ojos con una pequeña sonrisa, allí supo que había tomado la decisión correcta. Siempre había sido él, estaban destinados a estar juntos, en una relación sana y de amor mutuo.

— Estoy más que bien.

(...)

seis años después...

Leah se miró una vez más al espejo, acomodó algunos mechones de su cabello y una sonrisa se formó en su rostro. No podía creer que el día finalmente había llegado luego de lo que pareció una espera eterna.

— ¿Estás lista? .—le preguntó su padre entrando a la habitación, se estaba acomodando los botones de la chaqueta por lo que no había levantado la mirada. Al hacerlo, se quedó congelado en su lugar y llevó sus manos a su boca.— Te ves... wow.

— ¿Eso es algo bueno?

Los dos esbozaron una pequeña sonrisa y la pelirroja ajustó los últimos detalles, se sentía enamorada de su vestido. Era blanco, fueron por lo clásico a pedido de Bruce, la parte de abajo era estilo princesa, mientras que la parte superior era sin colgantes, las mangas caían por los brazos y eran de tela transparente. Su cabello estaba medianamente recogido, optó por hacerse una media moña, sujetándola con un hermoso pinche de pedrería que le dio Diana, y hacerse rulos en el resto.

— ¿Estás segura de que no te arrepientes? podría sacarte de aquí en un pestañeo.

— Y Wally podría traerme de vuelta en otro. Estoy segura, papá, es el hombre que amo.

— Con eso me es suficiente, ¿vamos? .—Bruce le ofreció su brazo.

— Vamos.

Con sus brazos enganchados salieron de la pequeña habitación en la que estaban, avanzaron por el pasillo hasta que llegaron a la puerta trasera y se detuvieron allí por unos segundos. La típica canción que anunciaba la llegada de la boda comenzó a sonar y dos hombres de traje les abrieron la puerta. Enderezó su postura, una sonrisa se formó en sus labios y comenzaron a avanzar entre los invitados. Los ojos de la pelirroja viajaron entre la multitud y pudo encontrarlos a todas las personas que le importaban. No pudo evitar reír al notar cómo su hija de un año intentaba agarrar las orejas de Canuto y un desesperado Liam intentaba evitar aquello.

En un momento, su mirada se encontró con la persona que dentro de nada se convertiría en su esposo y no pudo mirar hacia otro lado. Los dos tenían sonrisas tan grandes y genuinas en sus rostros, además de pequeñas lágrimas, Leah pudo controlarlas para no arruinar su maquillaje pero Wally tuvo que pedirle un pañuelo a su padrino, Dick no desaprovechó la oportunidad para burlarse de él. Habían dos padrinos y dos madrinas, los padrinos eran Dick y Dean, mientras que las madrinas eran Felicity y Megan.

— Te estoy entregando la mano de mi hija, Kid, cuídala.

— Siempre lo haré, Bruce.

El hombre besó la frente de la chica y se fue a sentar. Leah se posicionó frente a Wally, unieron sus manos y se perdieron en su mundo. No podían creer lo que estaba pasando, todo se sentía mágico e irreal. Nunca creyeron que casarse era algo tan importante en una relación, aseguraban que no necesitaban un titulo para su amor, pero ahora que estaban allí, no podían estar más felices y entendieron la magia de ese momento, de la que todos les hablaban.

(...)

El primer baile como esposo había comenzado, los dos estaban en el centro de la pista de baile, las manos de Wally en su cintura y Leah unió sus manos detrás de la nuca de él. No habían dejado de sonreír en todo el día, a tal punto que sus mejillas comenzaban a doler pero no les importaba.

— Te amo, Leah Wayne-West. Aún no puedo creer que me casé contigo, se siente como un sueño del que nunca quiero despertar.

— Yo también te amo, Wallace West .—susurró mirándolo directamente a los ojos.— pero no es un sueño y tampoco quiero que lo sea, porque los sueños acaban y quiero que esto sea eterno. Por cierto, soy Leah West, pero no le digas a papá.

El par de enamorados rieron y siguieron con su baile. Sus pies de movían al compás, como si lo hubieran ensayado y no fue así, decidieron no practicar el baile y dejarse llevar por el momento, por suerte, en ningún momento tropezaron.

(...)

— Ya no quiero seguir pintando.

— Está bien, cariño, ve a descansar, tu padre y yo podemos con esto.

La pequeña de tres años soltó la brocha y salió corriendo de allí con felicidad, Grace tenía mucha energía pero no quería gastarla en pintar, prefería jugar afuera. Leah puso una de sus manos en su espalda y bufó, lo único que odiaba del embarazo era el insoportable dolor de espaldas.

— ¿Estás bien? .—le preguntó su esposo dejando la brocha a un lado.

— Si bien es tener un dolor de espaldas terrible, si, estoy de lo mejor .—el velocista soltó una risa y recibió un pequeño golpe en la nuca.— esto es tu culpa.

— Lo lamento, amor.

— Nada de "lo lamento" .—la pelirroja cruzó sus brazos e hizo un puchero.

Wally pareció morir de ternura al ver aquello. Ante sus ojos, su esposa no podía ser más perfecta. Sus ojos azulados que le transmitían amor, su nariz pequeña, labios que amaba besar, cabello pelirrojo que normalmente estaba sobre su rostro al dormir y su pancita de embarazada, ya tenía ocho meses, por lo que era bastante grande.

— Ven aquí .—se acercó a ella, colocó su mano en su rostro y unió sus bocas en un beso.

Mientras se besaban, ambos pudieron sentir cómo un movimiento se producía en el vientre de la chica, la mayoría de las veces hacían eso cuando se besaban. Wally se separó sonriente y procedió a agacharse.

— También hay amor para ti .—susurró besando el estómago de su esposa.

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