★Interés I★

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    —Dime, Brimmi, te escucho —dije sonriente.

    —Bien. Todo comenzó en... ¿mil novecientos setenta y dos? Sí, a mediados de mil novecientos setenta y dos —dijo algo confuso.

    —¿De verdad? Mucho tiempo tomando en cuenta de que falta menos de un mes para que sea mil novecientos setenta y cinco, ¿no crees, Bri? —pregunté, riéndome después.

    —Sí, y te hubiera hablado antes, sólo que no sabía cómo hacerlo —admitió, ligeramente ruborizado.

    —Ay, qué tierno.

    —¡Roggie! —me regañó y ambos reímos—. Bueno —continuó, acariciando mi cabello con esa suavidad y amor característicos—, cuando me enteré de eso, yo realmente le agarré enojo hacia tu madre.

    —Interesante.

    —Sí, dulcecito...

    —Brimmi... —llamé, enternecido por la forma en que me dijo, recibiendo un suave beso en mis labios como respuesta.

    —En fin, pues yo estaba realmente enojado con Winifred por la forma en la que te trató, mi amor, sólo que no sabía por qué.

    —¿Por qué qué?

    —Por qué te había corrido de la casa en donde trabajaban.

    —Interesante también —dije, y rio de nuevo.

    —Bien, después, y como sabrás, Freddie es mi mejor amigo. Un día, cuando lo estaba visitando, me di cuenta de que tenía un nuevo trabajador, entonces le pregunté y él me dijo que llevabas un par de días trabajando de jardinero.

    —Te confirmo todo eso, nubecita.

    —Excelente, Roggie. Entonces, según Freddie, cada que iba con él, en lugar de ponerle atención a lo que decía, yo siempre te observaba.

    —Brimmi... Eres un lindo.

    —Bueno, pero déjame decirte que yo realmente no me di cuenta cuándo empecé a sentir cosas por ti exactamente.

    —¿Qué clase de cosas? —pregunté mirándole divertido, acomodando mi cabeza sobre él.

    —Cosas románticas, mi vida —respondió, besándome brevemente después.

    —El punto, mi cielo —continuó—, es que yo no sé con precisión en qué momento empecé a quererte; amarte; a sentirte parte de mí.

    —Brimmi...

    —Y agradezco a la vida entera el haberte conocido, y aún más el haberme enamorado de ti.

Sonreí ante aquellas preciosas palabras, y decidido, me levanté y me senté sobre su regazo, rodeando su cuello con mis manos y él mi cintura con sus brazos.

Pasé mis labios brevemente por los suyos, le sonreí y él hizo lo mismo.

Luego, finalmente le besé, comprobando en aquel lindo y maravilloso ósculo todo el amor que profesaba tenerme, y por supuesto, el que yo le tenía a él.

Permanecimos así, sin querer separarnos y, afortunadamente, sin tener que hacerlo, pues la experiencia en nuestros besos le había servido a nuestros pulmones para demostrarles que el oxígeno no era algo tan vital a fin de cuentas, al menos no cuando de nuestras uniones se trataba.

Pero como casi nada es para siempre, tuvimos que alejarnos, aunque permanecimos con nuestras frentes juntas.

    —No sabes lo mucho que te amo susurré.

    —Tú no sabes lo mucho que yo te amo a ti, hermoso.

Sonreí.

Sonrió.

    —¿Sabes? Quedaste en contarme cuándo te empecé a interesar si yo lo hacía primero. Supongo que cumplirás con tu palabra, ¿no, mi amor?

    —Como siempre, supones bien, mi Brimmi.

🌹El chico del auto rojo 🚗 MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora