★Lugar★

262 37 7
                                    

    —Estaba pensado —dijo, y yo lo miré para después tallarme los ojos. El viaje en auto estaba causándome un poco de sueño. —¿A dónde quieres ir?

    —¿Yo? —pregunté, medio dormido. Él asintió, dando la vuelta en una calle—. Pues a dormir —respondí, y Brian me regaló una dulce sonrisa.

    —Me refiero a dónde quieres ir de luna de miel, mi amor —dijo, aprovechando el alto para darme un corto beso en la mejilla.

    —No me importa, sólo quiero estar contigo —musité, cerrando los ojos y apoyando la cabeza sobre su hombro.

    —Eres un lindo —murmuró, con una sonrisa más grande—. Pero en serio, ¿no tienes ningún lugar al que quieras ir con toda tu alma?

     —Sí —contesté—. A tu corazón, ¿se puede?

Volvió a sonreír mientras un ligero sonrojo se expandía sobre su rostro lentamente—: Mi vida, hablo de un lugar físico.

    —A tus brazos entonces.

Negó con la cabeza mientras sus mejillas estaban completamente rosas. —¿Por qué estás tan precioso el día de hoy?

    —Me veo igual que todos los días.

    —No seas modesto. Tu belleza actual es mayor que la del minuto anterior. Y así para siempre —aseguró, estacionando el auto sobre el pasto verde de nuestro lindo hogar.

    —No dirás eso cuando tenga ochenta —dije entre risas. Él rio un poco pero su rostro adoptó una expresión seria después. Dirigió su mano hacia mi mejilla, acariciándola con dulzura.

    —Voy a amarte para siempre, mi cielo. Tú eres un ángel de inagotable belleza, así que no digas cosas así, ¿sí? —murmuró, y yo me limité a asentir gracias a la magia del momento.

Finalmente unió nuestros labios con lentitud y amor. Al parecer aún teníamos esa chispa de la mañana, ésa que nos pedía unirnos con urgencia, puesto que su mano realizó un lento recorrido por mi cuello y torso para llegar a mi cintura, dejando pequeños cariños con su mano ahí.

Hicimos el beso más profundo y, sin querer esperar más, me quité el molesto cinturón de seguridad y me senté sobre su regazo. No se lo esperaba pero eso no significa que le hubiera molestado, de hecho creo que fue todo lo contrario, pues rodeó mi cintura con algo de desesperación.

Sonreí y murmuré un «ahora sí es el momento», recordando cuando le había dicho justo lo opuesto antes de ir a ver Jim, quien por cierto, fue muy amable con nosotros y, definitivamente, aprobaba nuestra relación.

    —Es el momento pero no el lugar, dulcecito —susurró, separándose de mí para recuperar un poco el aire.

    —Siempre me gustó tu auto —bromeé mirando el techo del mismo y él rio con ganas.

    —Te amo —murmuró, dejando suaves besos en mi cuello.

    —Yo también te amo. Mucho —respondí, tomando su cabeza entre mis manos para dejar un pequeño beso en su boca.

La situación se tornó algo acalorada poco a poco, por lo que le sonreí, abrí la puerta del coche y con cuidado me separé y salí de ahí. Él sólo me vio con una tierna sonrisa.

    —Te espero adentro, puesto que al parecer ahí sí es el lugar —dije. Dándome la vuelta en dirección hacia la puerta de entrada, sonriendo como siempre que me encontraba con él.

🌹El chico del auto rojo 🚗 MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora