★¿Quieres?★

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    —¿Brimmi? —llamé, acariciando su bonito cabello.

    —Dime, mi vida —dijo, adormilado, a lo que yo sonreí.

    —No te duermas —pedí.

    —No me duermo, no me duermo —aseguró, sonriéndome de una manera preciosa también mientras sus ojos se mantenían cerrados.

    —Gracias —dije, regalándole por ello un pequeño beso sobre su mejilla.

    —¿Qué ibas a decirme, mi amor?

    —Oh, sí, ¿vendrá Freddie para navidad? —cuestioné, y tal parece que lo sorprendí, porque repentinamente abrió los ojos y me miró, atónito.

    —Creí que no querías que viniera —admitió, a la vez que mostraba una pequeña sonrisa sobre su rostro.

    —Pues creíste mal —mencioné con una sonrisa, acercándome a su rostro sólo para después dejarle un beso sobre sus labios, mismo que correspondió, por supuesto.

    —¿Quieres...? No —se interrumpió, a lo que yo le observé bastante confuso—. No, no, olvídalo.

    —¿Qué? Dime —pedí, alargando la última vocal mientras lo movía suavemente de su hombro, pues su cabeza se encontraba recostada sobre mi regazo.

    —No. Lo siento. Creí que era el momento adecuado pero no, cuando te lo diga tiene que ser... No, basta, no puedo seguir hablando del tema.

    —Bri... —alargué la última vocal nuevamente, pero él en lugar de ceder, sólo cerró los ojos, haciéndose el dormido.

    —Harold... —llamé, sin embargo me ignoró de nuevo, por lo que le seguí el juego—. ¿Es que mi príncipe necesita un beso para despertar? —cuestioné, acercándome a su rostro.

    —Quizás —murmuró.

Decidido, coloqué una de mis manos sobre su mejilla, acerqué mis labios a los suyos y le di un suave y lento beso que, nuevamente, correspondió al mismo ritmo.

A los pocos minutos nos separamos, después nos miramos y, sabiendo lo que deseábamos, nos besamos de nuevo.

Cuando nos separamos otra vez, le sonreí, mismo movimiento que él imitó, después me alejé de su rostro y me recargué sobre el respaldo del sillón, cerrando los ojos.

Brian aprovechó aquel instante para sentarse sobre el sillón y movilizar mi cabeza hacia su regazo, ocasionando que yo sonriera.

Acarició mi cabello y me dejó un pequeño beso sobre mi cabeza.

    —¿Entonces no me dirás? —pregunté.

    —¿Quieres saberlo?

    —Claro que sí.

    —Tendrás que esperar, entonces —dijo, depositando un beso mi mejilla.

    —Qué aguafiestas.

🌹El chico del auto rojo 🚗 MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora