★Fotos★

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Me encontraba casualmente sentado en el taburete del piano, practicando algunos acordes sencillos que Brian me había enseñado por la mañana.

Justamente, me había dicho que volvería en unos cuantos minutos, aunque no se veía ni rastro de él.

Comencé a tocar notas al azar y, después de hacer aquello algo de tiempo, unas cuantas armoniosas y suaves risas resonaron por el cuarto, ocasionando que yo volteara hacia el umbral de la puerta de la habitación, donde se encontraba mi bonito chico, observándome.

Le sonreí por inercia, y no fue hasta que observé sus manos hasta que entendí el motivo de sus pequeñas risitas.

Cargaba una cámara instantánea consigo.

    —¿Qué es lo que has hecho? —cuestioné, sonriendo aún más cuando Brian se acercó a mí y se sentó a mi lado, justo a mi derecha en el asiento del piano.

    —Te tomaba fotos —respondió como si nada—. Espero no te moleste, mi vida.

    —Oh, claro que no, Brimmi —dije, recargando mi cabeza sobre su hombro y cerrando brevemente los ojos.

    —Eres hermoso —musitó, y me percaté de que observaba las fotografías que acababa de tomar—. Precioso... —añadió en un susurro.

    —¿Y por qué no me ves a mí en lugar de las fotos? —sugerí, ocasionando que el riera y, afortunadamente, me mirara—. Digo, no me molestaría

    —Creo que es una mejor idea. Además de lindo, eres muy inteligente.

    —Tú también lo eres —respondí, antes de darle un tímido beso a sus labios que maravillosamente correspondió.

    —Gracias, mi... —dijo, y después pensó, mas no habló.

    —¿Tu qué? ¿Tu novio? Porque lo soy, y déjame decirte que adoro serlo —susurré sobre su boca.

    —Sí, mi novio, sólo que no encontraba un bonita palabra para decírtelo. Ya sabes, como mi amor o mi vida.

    —Puedes decirme como quieras, nubecita —respondí, dándole un suave piquito.

    —Sí, pero créeme cuando te digo que no hay palabra para demostrar lo mucho que te amo y lo mucho que significas para mí —susurró, besando castamente mi nariz y tomando mi mejilla con una de sus manos.

    —Brimmi, tú también significas muchísimo para mí —dije, siendo yo quien besara su nariz ahora, provocándole un ligero sonrojo.

    —Te amo.

    —Y yo te amo diez veces más.

Apenas pude terminar de decir aquello, pues sus labios se dirigieron hacia los míos con rapidez y cariño; tomándolos y volviéndolos suyos; volviéndonos uno tan sólo con un simple pero mágico y perfecto beso.

    —Vamos, mi dulce astro, que esa canción no va a terminarse sola —mencionó, separándose de mí y sonriéndome, para después tocar la corta melodía que habíamos creado.

🌹El chico del auto rojo 🚗 MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora