★Una docena de dalias★

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Doce exactas recién cortadas del jardín puestas en un pequeño jarrón de cerámica.

Ahora sólo faltaba mi rizo de tres metros.

Lo había estado buscando desde hace bastante.

Quizá, luego de lo de ayer, estaría evitando encontrarse conmigo.

Seguí buscando y, como no lo encontré, dejé el jarroncito en la pequeña casa de jardinería y continué trabajando.

No lo vi en todo el día.

Por la noche, fui a la cocina para cambiar el agua del jarrón de flores, cuando sentí una presencia a mis espaldas. Me di la vuelta y me topé con un adorable Brian somnoliento tallándose los ojos, sentado por ahí.

    —¿Brian?

Creo que no se había dado cuenta de que estaba ahí, porque despegó las manos de su rostro y me miró sorprendido.

    —Lo siento —bostezó.

    —¿El sueño? —pregunté, haciendo que su rostro me regalara una tierna sonrisa—. En ese caso yo también.

    —¿Qué haces?

    —Oh, cierto —tomé el  jarrón de cristal con las dalias rosas y lo coloqué frente a él—. Son para ti —me miró expectante, y juro que pude notar que sus mejillas adquirían un rojo muy tenue.

    —¿Q-qué?

    —Ayer —comencé—, me pediste que cortara una docena de dalias. Son éstas, para ti.

Una sonrisa se dibujó en sus labios y su sonrojo aumentó poco a poco.

    —Vaya... gracias —dijo finalmente mientras miraba a las dalias y luego a mí, luego otra vez a las dalias, y finalmente a mí de nuevo.

    —No es nada, Harold.

    —Sí que lo es —se puso de pie y se acercó a mí—, se supone que yo te tengo que cortejar a ti, no al revés. Buenas noches, Meddows.

    —P-pero... —mis palabras fueron en vano, pues se había ido, dejándome con mariposas en mi estómago y sintiéndome afortunado de haber cortado aquellas hermosas flores.

🌹El chico del auto rojo 🚗 MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora