—Dulzura... —llamó, acariciando mi cabello.
—¿Hm? —dije, intentando despabilarme.
—Vamos, necesito que te pares.
—No —respondí, logrando, de alguna manera, que él dejara de estar de pie para terminar a mi lado, recostado sobre la cama.
—¡Roggie! —intentó regañarme, entre risas.
—¿Qué? —le dije, sonriendo y acurrucándome mejor entre sus cómodos brazos.
—Por favor, mi amor.
—Adoro que me digas «mi amor» —admití, seguramente sonrojado, mientras tomaba la suave cobija y nos cubría con ella.
—Y te lo diré aún más veces si te levantas, por favor, estrellita.
—Está bien. Pero tú levántate primero.
—¡Yo ya estaba levantado! —reclamó, sin embargo lo hizo después—. Ven, mi amor.
—No entiendo qué es eso que no puede esperar un par horas —admití ligeramente enfurruñado una vez de pie, y Brian sólo rio—. Yo sólo quería quedarme cinco minutos más.
—Cariño, tú sabes que esos cinco minutos se iban a convertir en dos horas o más —dijo mientras nos desplazábamos por el eterno pasillo, y yo sonreí.
—Cómo sea. Ya me quitaste el sueño, gracias, Harold.
—Amo que me digas «Harold». Me recuerda a cuando nos conocimos —confesó, deteniendo nuestro andar para tomar mi cintura y mirarme.
—En ese caso, yo adoro que me digas Meddows. Por lo mismo que tú —dije, pasando mis manos por detrás de su cuello.
—Te amo, mi vida —musitó, rozando nuestros labios.
—Brimmi... Yo te amo mucho más —musité también, dándole un piquito.
—No lo creo, mi cielo —dijo, dándome un suave beso—. Ven —habló, tras separarnos, tomando cariñosamente mi mano y dirigiéndonos hacia la sala.
—Bueno, creo que recuerdas aquella ocasión en la que bailamos, ¿no es cierto?
—¡Claro que sí, nubecita! —respondí, emocionado.
—Bien, creo que es un bonito día para bailar, ¿no crees, mi amor? —me dijo, colocando un disco de The Beatles.
—Claro. Todos los días son buenos días para bailar —dije, sonriente—. Pero, Brimmi, ¿no crees que eso podía esperar hasta más tarde? —pregunté, sintiendo rastros de sueño recorrerme el cuerpo mientras el reía.
—Lo siento —dijo, tomando suavemente mi cintura, mientras el bonito inicio de guitarra nos envolvía en un aura mágica.
—¿Till There Was You? —pregunté sonriente, tomando con mi mano la que él tenía disponible y posicionando la restante sobre su hombro.
—Sí.
—Me gusta mucho. Podría decir que es mi favorita incluso —dije.
Ambos nos perdimos en la mirada contraria; en esa que es capaz de enamorarnos en segundos.
—¿Sabes? Te dedico esa canción —dijo, y yo me sonrojé inevitablemente.
—¿A mí? —pregunté, mientras daba una vuelta.
—Por supuesto, mi amor.
—¿Por qué?
—Porque mi vida era normal hasta que llegaste tú.
—¿A qué te refieres?
—A que mi vida se a tornado color amarillo por ti.
—¿Y por qué amarillo, Bri?
—Porque de ese color es tu cabello, y el de la felicidad.
—Si dices «amarillo», uno se imagina un color chillante. Mejor di «rubio».
—Como quieras, corazoncito.
—Gracias, nubecita.
Ambos sonreímos y, después, permitimos perdernos entre nuestros besos y miradas dulces, mientras aquella preciosa canción sonaba de fondo.
ESTÁS LEYENDO
🌹El chico del auto rojo 🚗 Maylor
FanfictionYa no sé qué me gusta más, si el auto rojo o el chico que lo conduce. ✨Ganadora en primer lugar de los Milied Awards en la categoría Fluff✨ Descripción: Una historia un poco demasiado fluff/waff, con el shipp ✨maylor✨ como principal, y en un Roger's...