★Christine★

311 50 26
                                    

Sus besos seguían recorriendo mi cuello con delicadeza y dulzura, aunque debo admitir que también con un poco de ¿pasión?

No sabía con certeza lo que era, sólo que aquello se sentía realmente bien.

Comenzaba a perderme entre aquellas magníficas sensaciones, suponiendo que él también, y habríamos continuado así de no ser por unos toques en la puerta.

Se separó de mí rápidamente y se puso de pie. Sonreí cuando noté que sus mejillas adquirieron un sonrojo bastante evidente, aunque imaginé que yo estaba igual.

Me vio, creo que esperando alguna reacción negativa de mi parte; sonriendo al darse cuenta de que no fue así.

Nos quedamos mirando hasta que una chica entró al lugar repentinamente, sorprendiéndonos.

    —¡Brian! —gritó, y después de un segundo me observó detenidamente, para después dar una risita emocionada y dirigirse a mi novio—. ¿Es él?

    —¿Eh? —cuestionó mi rizo de tres metros, saliendo de algún trance—. Oh, sí, es él.

     —¿Quién soy? —pregunté confundido, recibiendo como respuesta las manos de Brian sobre mis hombros acompañadas de un besito sobre mi cabeza.

     —Eres el muchacho del que Brian se la pasaba hablando cada que venía —aclaró ella, y mi chico comenzó a acariciar mi cabello suavemente.

    —Sólo hablé de él cuatro veces, ¿cómo es que te acordaste de ello? —dijo él, mirándola pero sin dejar de regalarme sus tiernas caricias.

    —¡Ay, Brian! Si se te notaba demasiado que andabas babeando por él. ¿Roger?

    —Sí —respondí, tímidamente.

    —Son una pareja preciosa, yo soy Christine, amiga de Brian.

    —Mucho gusto —dije, permitiéndome sonreír al entrar en confianza.

    —Igualmente. Bueno, Brian, vine a traerte los informes del trimestre.

    —¿Ah? —habló, malhumorado y con el rostro enterrado entre mi cuello y mi hombro.

    —¡Qué casualidad! Si a ti nunca te molestaba pasarte aquí las horas. O tal vez era porque ya estabas acostumbrado.

    —¿Eso qué significa, Bri? —pregunté, y aunque no veía sus facciones, supe que éstas se relajaron.

    —Que adoro pasar tiempo contigo, mi amor, y no quiero desperdiciarlo en... trabajo.

    —¡Ay, le dijiste mi amor! —interrumpió Christine, emocionada—. Perdón, es que en toda mi vida nunca había visto a Brian relajarse solamente por escuchar la voz de una persona.

    —Hay primera vez para todo, ¿no? —dijo Brian, separándose de mí y dirigiéndose al otro lado del escritorio, tomando una pila de papeles y dándoles una ojeada.

    —Seguramente —respondí, viéndolo, provocando que él me mirara también y me sonriera.

    —Yo me voy... —escuché decir a Christine, aunque ni Brian ni yo le respondimos por estar perdidos en el otro.

    —Tal vez sea bueno que, por primera vez, no entregue los reportes de mis trabajos, ¿no crees? —habló al escuchar la puerta cerrarse.

    —No creo que sea una muy buena idea —mencioné, levantándome de la silla para dirigirme hacia él, rodeando con mis brazos su cuello.

    —Pero contigo aquí no voy a terminar nada, mi cielo —dijo, abrazando mi cintura y apegándome más a él.

    —¿Quieres que me vaya? —musité sobre sus labios.

    —Nunca. Tu presencia me tranquiliza como no te puedes imaginar —susurró, besándome después. 

🌹El chico del auto rojo 🚗 MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora