★Ojos soñadores★

341 48 26
                                    

Mientras Dreamy Eyes sonaba de fondo, mi chico del auto rojo sujetaba mi cintura con una mano y con la restante tomaba la mía dulcemente.

Yo colocaba mi mano disponible sobre su hombro, jugando ocasionalmente con sus lindos rizos.

Dábamos vueltas en círculos de manera torpe y lenta pero bonita.

Yo trataba de mirarlo a los ojos siempre, sin embargo el contacto visual nunca se me ha dado mucho, cosa que debo atribuir a los nervios.

Él tenía las mejillas ligeramente rosas, por lo que supuse que yo estaba completamente sonrojado, mas no le tomé tanta importancia.

    —¿Sabes? —comenzó— Ahora que lo pienso, esta canción también me recuerda a ti —confesó con una sonrisa adornándole el rostro.

    —¿A mí? —pregunté, a lo que él asintió— ¿Y por qué?

    —Porque tú tienes unos ojos soñadores, y me pierdo en el paraíso cada que los veo —titubeó ligeramente —recordando la letra de la canción— y yo sólo sonreí más.

Musité un «gracias» sobre su oído y, aprovechando que me encontraba ahí, coloqué mi cabeza sobre su hombro.

    —En serio tienes unos ojos hermosos, creo que nunca te lo había dicho —insistió, finalizando con un pequeño beso sobre mi cuello, a lo que sonreí nuevamente.

    —Nunca me lo habías dicho así como yo nunca te había dicho que tus ojos son preciosos también —murmuré, sonrojándome de nuevo.

    —Oh, ¿cómo van a ser preciosos? Todo el mundo tiene los ojos cafés —rio.

    —Pues no será todo el mundo, pero gran parte de la población mundial tiene los ojos azules también.

    —Pues sí, pero los tuyos son especiales —especificó y yo sonreí.

    —En ese caso los tuyos son muy especiales igualmente, Bri —dije.

    —Gracias —habló sonrojado.

Nos quedamos en silencio unos segundos, sin dejar de dar vueltas igual que antes.

    —¿Bri? —le llamé.

    —Dime, mi cielo.

    —Te amo —dije sin más y comprobé una dulce sonrisa en su rostro, mostrando aquellos peculiares pero bonitos colmillos.

    —Y yo te amo también —habló, y a pesar de que ya había escuchado esas palabras abandonar sus labios, aquella era sin dudas una ocasión especial; un momento que estaba seguro ninguno olvidaría.

Me erguí y le miré sonriente, mirada que él correspondió de la misma forma.

Nos acercamos con lentitud al rostro contrario; y cuando nuestros labios se rozaban, sonreí, a lo que él también lo hizo.

Tomé aire y finalmente le besé.

Aquel beso mostraba una magia diferente, para bien, por supuesto.

Era una magia que podía transportarte hacia el lugar más maravilloso del universo sin siquiera haberlo visto nunca.

Movíamos nuestros labios de manera suave y sincronizada, como si hubiéramos nacido sólo para poder hacer aquellos espléndidos movimientos.

Y si él veía el paraíso en mis ojos, yo lo sentía cada que estaba con él; cada que nos besábamos o simplemente compartíamos cualquier cosa.

Porque aquella bonita sensación de dicha y felicidad tan anhelada había llegado por fin a nuestras vidas, acompañada de la persona más especial para nosotros.

Y el amor que sentíamos era más grande y fuerte que cualquier otro sentimiento que hayamos sentido nunca.

Finalmente, estábamos completos.

🌹El chico del auto rojo 🚗 MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora