—Me alegra que ya tengamos todo listo —dijo, sonriendo y observando la ordenada mesa con los platos servidos, siendo éstos acompañados de un par de copas.
—A mí también.
—Mi amor, necesito que me devuelvas el anillo —murmuró, abrazándome con cariño.
—¡Ni loco! Voy a casarme contigo y no puedes hacer nada —respondí, rodeando su cuello con más fuerza, a lo que él rio.
—No es por eso, angelito —aclaró, besando mi mejilla—. Es que, si voy a pedir tu mano, necesito un anillo para poner en tu dedo anular.
—Pues entonces consigue otro, yo no pienso darte el mío —aseguré y él rio aún más.
—Ya sé, si tú me das el anillo, yo prometo compensártelo con algo más tarde —titubeó, ligeramente sonrojado.
—¿Ah, sí? ¿Y con qué? Necesito saber si el trato me conviene.
—Con lo que quieras.
—¿Con tu auto?
—¡No, mi lucecita! Con... —iba a continuar, mas el timbre de la puerta de nuestra casa lo interrumpió.
Le sonreí, mientras él me miraba algo nervioso. Busqué en los bolsillos internos de su saco hasta dar con la pequeña cajita amarillo pastel. Me quité el anillo de mi mano izquierda y lo guardé con cuidado ahí. La devolví a su lugar inicial inmediatamente después.
Me acerqué a su oído y susurré—. Veremos lo del trato después. Mucha suerte, Brimmi.
Sujetó mi cintura con medida fuerza durante un segundo, luego me besó rápidamente, y habríamos hecho eso durante mucho tiempo más, pero el timbre de la puerta volvió a sonar, marcando así una algo molesta interrupción.
Me dirigí a la puerta, sonriendo cuando alcancé a escuchar un pequeño suspiro por parte de mi prometido, seguido de sus pasos en mi dirección.
Winifred estaba ahí, de pie y con una resplandeciente sonrisa. Supuse que se encontraba tan emocionada como yo.
—¡Mamá! —dije y su sonrisa aumentó bastante. Le di un corto abrazo y con un ademán le indiqué que pasara.
—¿Cómo están? Brian, espero estés listo para pedirme la mano de mi niño, de eso depende de si te podrás casar con él o no —mencionó, fingiendo total seriedad, y Brian sólo asintió torpemente, visiblemente asustado.
Conversamos en la sala por un buen rato, cuando dieron las diez y pasamos a la mesa, donde nos entretuvimos hasta las once con cincuenta minutos, momento en el que mi madre golpeó su copa con una cuchara suavemente —pese a que éramos sólo nosotros tres, y que ella tenía toda nuestra atención— para hablar.
—Hijo, me alegra muchísimo que seas muy feliz aquí, con tu noviecito —empezó, mirando un poco a Brian, quien se encontraba enfrente mío, tomando discretamente mi mano—. En fin, agradezco mucho que hayas decidido perdonarme por todo lo malo que hice y por lo bueno que me faltó hacer. Sé que aún no es, pero quiero desearles un muy bonito año nuevo, y quiero decirte, Brian, que no soy un ogro o algo parecido, por lo que no debes de tenerme miedo cada que hablemos.
Mi noviecito rio ante aquello, y decidió, antes de que mil novecientos setentaicuatro terminara, pedir finalmente mi mano.
—Bueno, ya que estamos en eso de dar discursos —comenzó, algo vacilante—, quiero pedirle a usted, bella Winifred, me conceda... la oportunidad de unir mi alma a la de su precioso, maravilloso y único hijo, quien me hace muy feliz y me provoca tantas cosas dulces y tiernas que ni siquiera podría enlistarlas.
Mi madre lo miró, pensativa, y Brian aprovechó para sacar de su bolsillo la misma caja que horas antes yo tenía en mis manos, pero no la abrió. Necesitaba una respuesta, y su suegra tenía que dársela, por supuesto.
—Está bien —dijo ella, sorprendiéndolo un poco—. Quiero que te cases con mi hijo, él se ve muy feliz contigo, y por lo que sé tú también lo eres. Así que, por favor, ponle ese anillo donde va, a menos que Roger tenga algo qué decir.
Ambos me miraron, Brian nervioso y Winifred emocionada. Yo sólo les sonreí y, sin más, me levanté ligeramente de mi silla y me acerqué a Brian, dejándole un beso bastante tímido en sus labios, mismo que pareció relajarle en demasía.
Me colocó el anillo justo en el instante en que las campanadas sonaron en la pequeña radio. Ambos felicitamos a mi madre y mi madre nos felicitó. Brian me felicitó a mí, y ese dulce y pequeño «Feliz año nuevo, mi amor», hizo que mil novecientos setentaicinco definitivamente lo fuera.
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🌹El chico del auto rojo 🚗 Maylor
FanficYa no sé qué me gusta más, si el auto rojo o el chico que lo conduce. ✨Ganadora en primer lugar de los Milied Awards en la categoría Fluff✨ Descripción: Una historia un poco demasiado fluff/waff, con el shipp ✨maylor✨ como principal, y en un Roger's...