★Meddows I★

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 «¿Meddows Taylor, cierto?» dijo.

Intenté no enojarme, pero no me pude controlar, ni siquiera tratándose del mismísimo chico del auto rojo. Me molesta bastante que alguien se digne a llamarme de esa manera.

No tuve de otra más que mirarle con furia y responder a su llamado con un sarcástico «¡Por supuesto que sí, cómo me encanta ese nombre!» Y tras bufar, irme a una pequeña zona de la casa donde se encuentran todos los instrumentos de jardinería que suelo utilizar.

Sin embargo y como era de esperarse, al poco tiempo mi cólera se disipó y me di cuenta de lo mal que me vi al hablarle de esa forma a Brian por una razón tan banal como lo es un nombre, y sobre todo me percaté de que quizá me correría de de mi adorado trabajo, o cuando menos, acusarme con mi jefe, ya que después de todo, él podía hacerlo

Sin más dignidad por perder y con un empleo en juego, mis pies se dirigieron automáticos hacia la oficina en la que F. Bulsara siempre se encuentra cuando no está en uno de sus viajes, con la esperanza de que mi rulo de tres metros se encontrara ahí.

Toqué tres veces.

Nada.

Volví a tocar y obtuve el mismo resultado.

Quizá estaría en la sala.

Fui a ver.

Nadie.

Quizá en el comedor, pero cuando fui a ver, éste se encontraba completamente vacío.

Nadie tampoco.

Miré por el jardín.

Y tampoco lo encontré.

Con un mal presentimiento y con el estómago hecho un nudo, me dirigí hacia la cocina para tomar un poco de agua.

Decidí hacerme una dulce limonada junto con un sándwich tostado, pues sabía que a nadie le molestaría y yo no dejaría nada sucio.

Al terminar de hacer media jarra y el resto mi comida, serví un poco del líquido en un vaso; me senté tranquilamente en la mesa de espaldas a la puerta trasera y pasados unos minutos, una  apacible voz llenó todo el lugar.

    —Entonces... el jardinero también es cocinero?

🌹El chico del auto rojo 🚗 MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora