★Beso★

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    —Era Freddie. Dijo que viene en unos minutos, ¿sabes por qué? —mencionó, sentándose a mi lado, en el sofá.

    —Sí sé, pero no voy a decirte —respondí, colocando mi cabeza sobre sus piernas.

    —¿Y por qué no? Merezco saber, ¿no crees? —me preguntó, acariciando mi cabello.

    —Seguramente, pero no puedo decirte.

    —¿Y por qué no?

    —Porque no. Y deberías dejar de insistir. 

    —¿No hay ninguna forma de sacarte la información?

    —Tal vez sí. Tal vez no. ¿Qué puedo decirte, encantadora nubecita?

    —Puedes decirme qué ocultas. Si me dices, te besaré, mi dulce angelito.

    —Mmm, no. No vale la pena —mencioné, riéndome después.

    —¡Roger!

    —Bien. Sí, sí me gustaría que me besaras, pero no voy a darte la información si lo haces.

    —Está bien. Quédate con las ganas del beso.

    —No —contesté—. Quédate tú con las ganas del beso.

    —Está bien.

    —Más que bien.

    —Súper bien.

    —Excelente, de hecho.

    —Magnífico.

     —Exacto, Brian.

    —Claro que sí, Roger.

    —¡No me digas Roger!

    —¿Entonces cómo te digo, mi amor? —sonreí, recibiendo un pequeño besito en mi frente por ello.

    —Como quieras, Brimmi —susurré, y tras unos segundos en los que permanecimos mirándonos, finalmente nos besamos.

Fue un ósculo suave y lento. Y mágico también, por supuesto, mismo que, de alguna manera, causó que yo terminara sentado sobre su regazo y con sus manos acariciando lentamente mi espalda; continuando satisfaciéndome gracias al sabor de sus labios.

Nos separábamos pocos segundos para obtener escasas cantidades de aire, y en una de esas ocasiones, él aprovechó para morder suavemente mi labio inferior, provocando que yo soltara un suspiro.

Creo que todo eso estaba tomando un camino que definitivamente no había tomado nunca antes, porque incluso escuchamos el timbre de la puerta, mas decidimos deliberadamente ignorarlo por continuar con nuestro enardecido beso.

Y ahí estábamos; devorando nuestras bocas mutuamente y sintiendo cómo el amor se apoderaba maravillosamente de nuestras almas, cuando la puerta principal se abrió.

    —Te dije, querido, éstos dos estaban a nada de hacerlo aquí en la sala. Creo que abrimos la puerta a tiempo.

🌹El chico del auto rojo 🚗 MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora