★Luces★

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    —¿Roggie, dulzura, podrías pasarme las luces, por favor? —me preguntó, señalando el montón de leds de colores que se encontraban al extremo del sofá mientras trataba de mantener el equilibrio sobre el banco.

    —Si me das un beso, sí —dije, sonriéndole desde el suelo, mientras él se giraba para mirarme y hacer lo mismo.

Permanecimos así unos segundos, hasta que recordó lo que me había pedido y, ligeramente sonrojado, habló.

    —Prometo besarte todo lo que quieras después, mi amor, ahora necesito las luces —dijo, algo atontado, sosteniendo el árbol cuidadosamente con una de sus manos.

    —De acuerdo, Brimmi —respondí satisfecho, para después ir por aquellas coloridas luces y posar mi mano sobre la suya.

Él estaba por tomar los foquitos y enchufarlos al conector, sin embargo, jalé su brazo con la intención de que cayera —a sabiendas de que no se haría daño, pues realmente no era una altura muy alta—, y así sucedió.

No obstante, yo también caí al frío suelo, con Brian encima mío y ambos riendo.

Nos mantuvimos soltando pequeñas carcajadas un largo rato, hasta que yo dejé de reír, momento en el cual pude apreciar su belleza, pues sus ojos se encontraban ligeramente achinados y sus tiernos colmillitos fueron perceptibles mágicamente para mí; todo esto hasta que me di cuenta de que ya no reía más y sólo me miraba seriamente.

Finalmente nos sonreímos.

Acercó su rostro y yo incliné el mío hacia un lado para facilitar el dulce beso que llegó después.

Pasé mis manos alrededor de su cuello e hice un poco de fuerza para atraer su cabeza más a mí, logrando con ello que el bonito ósculo se profundizara.

Nos separamos por la falta de aire, sin embargo, a los pocos segundos nuestros labios se unieron grata y satisfactoriamente de nuevo.

    —Vamos —dijo, cortando abruptamente nuestro beso, mientras yo le miraba enojado.

Al darse cuenta de eso, volvió a capturar mi boca con la suya de manera hábil, separándose lentamente de mí después.

    —Gracias —musité sobre sus labios, dejando su suave piquito ahí después.

Él sólo sonrió, se puso de pie y, después, me ofreció su mano con cariño para que hiciera lo mismo.

Lo hice, recibiendo un par de brazos rodear mi cintura y unos cuantos besos suaves y pequeños en mi cuello, haciéndome —como siempre— sonreír.

🌹El chico del auto rojo 🚗 MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora