Juerga

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Lisa

—Esta noche habrá otra fiesta —Rosé se sentó en el enorme sofá— esta vez estoy casi segura que la organizan los demonios.

—¿Alguien aquí se opone a cazar a esos idiotas? —cuestioné sonriendo.

—Esa es la actitud —emocionada Rosé chocó las manos con Jin.

—De verdad chicas que son mis favoritas —dijo Jin y los tres sonreímos.

—A ver los quiero listos en la brevedad posible —pedí— faltan pocas horas para media noche y será un placer desvelarme —me dirigí a mi habitación para poder cambiarme.

Realmente no sabía que llevar, encontré un vestido negro a rayas y por el momento esa era mi opción.




—¿Al funeral de quien asistiremos? —cuestioné, Jin y Rosé rieron.

—Oigan, ¿por qué todos vamos de negro? —preguntó Rosé y me encogí de hombros.

—¿Están listas chicas? —cuestionó Jin y ambas asentimos— entonces vamos —nos abrió la puerta de la casa.

Le agradecí bajando la cabeza y salí volando.






—A ver —susurré despacio— ¿Se quieren repartir tareas o lo hacemos los tres juntos? —pregunté.

—Yo creo que iré por este lado —apuntó Rosé a la izquierda— después nos reunimos de nuevo

—Al menos maten a cinco y después vuelvan —murmuró Jin y asentimos.

Caminé alejándome de la multitud, seguía escuchando la música muy fuerte eso ayudará a que no se escuche tantos desastres. Hoy traje una de mis armas favoritas, era pequeña pero mataba demonios y vampiros.

Tenía una copa en mi mano y estaba en uno de los miraderos que tenía este lugar, no había gente así que era perfecto tenía una extensa tela que separaba el interior del exterior. Deje mi copa sobre la mesa que se encontraba ahí y me puse a observar.

—Hola —escuche decir a alguien, me giré y lo vi ahí parado, era un hombre, tenía las pupilas dilatadas.

—Hola —respondí, se acercó un poco más y al llegar frente a mi lo miré de arriba abajo.

Voltee a un costado y en lo que se fijó por curioso le estanque el cuchillo en la cabeza, al instante se hizo ceniza. Esto iba a ser un desastre, me sacudí un poco el vestido y derrame un poco de mi bebida para que el polvo no se levante.

—Buenas noches, por aquí no vino un hombre —preguntó un chico y negué con la cabeza.

Miró el piso y me volvió a mirar.

—¿Segura que no vino? —volvió a preguntar.

—He estado sola aquí casi toda la noche... —respondí, no me creía nada, se acercó mucho más de lo que debía y eso me puso nerviosa— Espera —lo detuve con la mano en el hombro— ¿hablas del hombre alto que estaba al tope de droga? —agachó la cabeza, se rascó la barbilla y me tomó del brazo izquierdo.

Con mi mano derecha me solté de su agarre y lo empujé, volvió a tirarme hacia él, saque el cuchillo y se lo clave en la cabeza, otro estúpido que se volvía ceniza. En lo que pasaba los minutos trataba de empujar con mi zapato las cenizas de los demonios.

Llegaron uno, dos y así sucesivamente iba matando a cada uno, era emocionante.

—Espero que te estés divirtiendo matando a los demonios —la voz de una mujer se hizo presente e hizo que tenga escalofríos, me giré para buscar a la dueña de esa voz pero no había nadie.

—¿Y que harás al respecto? —pregunté con el cuchillo en la mano.

—Podría haberte matado desde un principio —su voz arrogante resonó cerca— pero me estoy divirtiendo con tu espectáculo —continuo, me giré de nuevo pero no había nadie.

—Entonces baja y ven a divertirte conmigo —aseguré el cuchillo en mi mano.

—No, estoy bien así —se negó a aparecer—  pero ten cuidado, ya sabemos que estás aquí —volvió a decir.

—No te vayas —pedí y escuché una risa vanidosa.

—¿Qué quieres? —cuestionó.

—¿Caym se encuentra en esta fiesta? —pregunté.

—Si te lo digo me debes dar algo a cambio —rodé los ojos. Estúpida, no le iba a dar nada a cambio.

—No —negué de inmediato— no hago tratos.

—Entonces búscalo —respondió y luego se levantó la tela.

Caminé hasta donde había quedado con los chicos y los encontré ahí, estaban sentados tomando, ¿perdón? Levanté la copa y lo olí, estaban tomando vino.

—Ya tenemos que irnos —hablé y Rosé negó con la cabeza.

—Te esperamos más de una hora, ¿Cuántos mataste?— preguntó.

—No lo sé, perdí la cuenta —respondí, estaba llevando la cuenta hasta que esa voz apareció en el mirador.

—Chicas pueden irse —murmuró Jin— he pactado con una de las amigas de Chan y me invitó a una fiesta privada en casa suya, así que no volveré esta noche a la casa —negué.

—No puedes ir solo —respondí— lo sabes.

—Por este día, sí —se puso de pie— solo es para conocer, también van a estar Caym e Irene y ya saben —se encogió de hombros— ella las conoce muy bien a las dos —asentí, en eso tenía razón.

—Pero tienes que estar temprano ahí —sugerí— ya sabes para poder informarnos mejor — asintió.

—Te estaremos esperando —nos despedimos de él.

Caminamos a la puerta principal y ahí estaba la misma chica, esta vez me sonrió y fruncí el ceño. No había duda de que era parte de ellos, pase frente a ella y me miró de arriba abajo.

Seguí caminando y volteé a mirar para ver si seguía ahí, se despidió con una de sus manos y con la otra tomó a la chica que estaba a su lado para entrar de nuevo a la fiesta.

Born to die |Jenlisa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora