Ángel II

2.2K 270 4
                                    

Jennie



—¿Cómo lo hiciste? —pregunté a mi alumna y reímos todas.

Estábamos en el bosque practicando, no se como lo había hecho pero casi quema el bosque con nosotras dentro.

Nos estábamos burlando, un pequeño error de ella.

—Mira —Jisoo me entregó un frasco lleno de mandrágoras.

—Es muy bonito —aprecie— ¿de dónde las conseguiste?

—Trucos —presumió llevando su cabello atrás, las dos reímos.

—Jeeen —venía corriendo una de las chicas —Jennie —dijo de nuevo y me acerqué a ella.

—¿Qué pasa? —pregunté, tomó aire.

—Una mujer —resoplo—en el pueblo —miré a Jisoo— la llevaron al calabozo y al amanecer será quemada en la hoguera —continuó— los hombres están en la taberna.

—¿Y tú que hacías ahí? —preguntó Jisoo.

—Fui a buscar belladonas —respondió— y se me ocurrió mirar el pueblo no tan de cerca y ahí los vi.

—Quédate aquí—le advertí— vamos —le hable a Jisoo.

—Espera —guardó el frasco de mandrágoras en su bolso— puede ser útil —asentí.

Jisoo era única, era la más inteligente y quien más ayudaba. Caminamos hasta el pueblo y llegamos a la entrada del calabozo.

Jisoo lo abrió y entramos apresuradas, traíamos la caperuza para que no nos vean, todo estaba apagado pero se veía la luz al fondo, ahí estaba sentada aquella mujer.

Empezamos a caminar más rápido y llegamos. Abrí la celda, entré y me saqué la caperuza.

La vi, era Lisa, un ángel de Zeus. Me miró durante unos segundos, ambas estábamos sorprendidas.

—¿Te vas a quedar ahí o qué? —pregunté, estaba estática y no se movía.

—Y tú —movió la cabeza— ¿eres así de maldita siempre? —cuestionó saliendo de la celda, reprimí mi risa y Jisoo me miró con cara de no entender que pasaba.

Salimos del calabozo y caminamos, tomamos el camino de la Iglesia y y apresuramos el paso, teníamos que llegar lo antes posible al bosque.

En cuanto se dieran cuenta que ella no estaba en el calabozo, todos los caballeros de Norman estarían buscándola alrededor del pueblo y podría decir que se adentrarían al bosque.

Llegamos al camino que nos conducía al aquelarre y Jisoo siguió su camino, me di cuenta que ella aún nos seguía, ¿Qué quería?

—Hasta aquí puedes llegar —la detuve— es mejor que te vayas —rodó los ojos.

—Gracias —agradeció, me paso la mano y no la tome.

—No vuelvas sola de noche al pueblo —la amenace— te van a quemar —termine y me giré para volver al aquelarre.

Seguí mi camino pero seguía sintiendo una mirada encima, me giré a ver y ella seguía ahí.

Regresé hasta ella y la miré de pie a cabeza.

—Vete —repetí con poco más de rabia.

—¿Qué tiene si me quedo? —preguntó.

—Tienes que irte —volví a decir— ángel —finalice de forma tosca.

Palideció por un momento, si cae aquí que no crea que la voy a llevar al aquelarre.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó, al menos lo hubiera negado, se acercó bastante.

—Es la segunda vez que te dejo libre —le susurré en el oído— no te mataré pero mi hermano, sí —no estaba mintiendo.

En cuanto Chan sepa que están aquí va asesinarlos.

—¿Lo tengo que agradecer? —preguntó y negué.

—No —respondí— pero sabes... —la miré— nunca había visto un ángel tan lindo como tú —me quería divertir.

—¿Así coquetean en el inframundo? —cuestionó y sonreí.

—Yo no coqueteo con gente del Olimpo —afirmé, me acerque y retrocedió un poco— pero... contigo puedo hacer la excepción —se rio.

—Yo no traiciono a mi gente —respondió y sacó sus alas— Adiós —se despidió y salió volando.

Ay, ay, ay los ángeles de Zeus pueden ser hermosos pero a veces se ganan un poco del amor de Hades, son malditos.





Llegué al aquelarre y Jisoo estaba en la punta de mi cama.

—¿Por qué la salvaste si sabes que es del Olimpo? —preguntó y cerré rápidamente la puerta.

—Guarda silencio —pedí— no lo digas.

—¿Y sabes a qué viene? —preguntó y negué.

—No lo sé —fui sincera, también quería saberlo.

—Tenemos que avisarle a Chan —negué.

—El sabe defenderse solo —asintió— son los demonios quienes deben cuidarse —me encogí de hombros.

—¿Y de acá a cuando estás interesada en salvar a los ángeles? —preguntó— la última vez tu le entregaste a tu padre uno de ellos.

—Solo me divierto —respondí— como que es un poco aburrido cuando no vienen seguido —continúe y negó.

—No te metas en problemas con tu padre Jennie —se puso de pie— no te hará nada pero sabes que si lo hará con tus amiguitos —se refirió a los ángeles y reí.

—Que no son mis amigos... —volví a decir— tranquila —la abrace— estaré atenta a ellos —besé su frente y salió de mi cuarto.

Lo peligroso nos hace liberar adrenalina, lo que nos da miedo y nos excita, exactamente eso estaba pasando conmigo.

Born to die |Jenlisa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora