Ángel

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Lisa



—Entonces ya sabemos dónde está el hijo de Hades —dijo Rosé— y tú ya sabes donde esta Irene —se dirigió a mi y me sacó de mis pensamientos.

—Sí, está semana rodeare la casa de Caym —miré el papel— ahí podré cortarle la cabeza —ambos asintieron.

—Es que soy un genio, ¿no? —cuestionó contento Jin, lo consiguió todo en una noche.

—Solo di que no tenemos que cortarte la cabeza porque tuviste sexo con una de ellas —lo miré con desagrado y negó.

—Hice como que estaba muuuuy ebrio y me quedé dormido —respondió—  yo no traiciono jamás.

—Por suerte —habló Rosé.

—Bueno —me levanté del sofá— los dejo.

—¿A dónde vas? —pregunto Rosé— es muy tarde.

—Solo daré un paseo y volveré —les informe— no iré muy lejos —respondí acercándome a la puerta.

—Lisa... —Jin dijo mi nombre, no estaba muy convencido.

—Estaré aquí antes que amanezca —cerré la puerta.

Me apresuré para alejarme, yo iría a investigar a esa mujer y el primer lugar seria del pueblo de Grindelwald.






Ya no había nadie recorriendo, probablemente todos estaban dormidos, seguí caminando y mirando las casas. Casi todos estaban durmiendo o algunos estaban sentados frente a la chimenea, era bastante frío este lugar.

Miré en algunas ventanas pero casi todas eran familias por aquí como que no habían mujeres solas, la última vez casi matan a esa niña.

Llegaron dos hombres y me rodearon. Que mierda, pensé.

—Tanta confianza para andar sola en la noche bruja —me hablo uno de ellos muy cerca.

—No soy una bruja —me quise soltar de su agarre— déjenme.

—Aquí las mujeres no salen solas y espían las casas —rio el otro mientras me empujaba quien sabe a dónde.

—Déjenme —hice más fuerza y logré soltarme.

Claro que tenía más fuerza que ellos pero ya era suficiente con brujas y vampiros como para que sepan que los ángeles estábamos en la tierra.

—Con esa fuerza... —se miraron entre los dos.

—Es un vampiro —uno de ellos me derramó agua por la cara y cerré los ojos.

Caí en cuenta que era agua bendecida, rodé los ojos.

—Solo estoy pasando... —me volvieron a amarrar.

Me llevaron caminando y abrieron la puerta, bajé las escaleras y me hicieron caminar por un pasillo hasta llegar a un calabozo. De verdad, ¿me iban a retener? Me tiraron dentro y llavearon, la respuesta era, sí.

—Mañana serás juzgada —hablo uno de ellos— Y si comprueban que eres una bruja serás quemada en la hoguera —asentí.

Mañana lo que encontrarás es nada, estúpido. Se fueron juntos y apagaron todas las antorchas que estaban en el pasillo, solo podía ver la luz de la luna entrar por la rejilla de arriba.

Me senté a esperar, no iba a salir aún esperaría que se fueran bien lejos. Cuando creí que era el tiempo suficiente me levanté y saque mi cuchillo para abrir la reja. Escuché un ruido y volví a sentarme.

Vi a dos personas acercarse de nuevo pero estaban totalmente de negro, se acercaron hasta las rejas y lo abrieron, una de las personas se sacó la capucha.

Era la misma mujer del mercado y de la fiesta. Su cara de sorpresa fue la misma que yo tenía en ese momento, seguro pasaban miles de cosas en su cabeza.

—¿Te vas a quedar ahí o que? —preguntó viendo que no me movía.

—Y tú! —moví la cabeza— ¿eres así de maldita siempre? —pregunté y salí.

Las seguí y caminamos lo más rápido que podíamos, estuve tras ellas durante largo rato y no paraban de caminar. Cuando llegaron frente a un camino que entraba al bosque ella se detuvo y la otra chica siguió el camino.

—Hasta aquí puedes llegar —me detuvo— es mejor que te vayas —rodé los ojos.

—Gracias —le agradecí y le pase por la mano pero solo la miró con desagrado.

—No vuelvas sola por el pueblo de noche —murmuró— te van a quemar —se dio vuelta y emprendió su camino.

Me quedé parada viendo como se iba en el angosto camino, se giró y yo seguía parada en el mismo lugar, su cara era de un muévete.

Regresó hasta donde me encontraba y reprimí mi sonrisa.

—Vete —volvió a decir de forma altanera.

—¿Qué tiene si me quedo? —pregunté.

—Tienes que irte —fue tajante— ángel.

Era casi seguro que me volví pálida y con los labios morado, ¿Cómo sabía que yo era un ángel?

—¿Cómo lo sabes? —cuestioné acercándome más, estuve tan cerca de ella que pude ver sus ojos brillantes.

—Es la segunda vez que te dejo libre —susurró en mi oído— no te mataré, pero mi hermano sí —volvió a decir.

Ya sabía, era la voz de la fiesta, era ella quien me estaba observando.

—¿Lo tengo que agradecer? —pregunté.

—No —negó— pero sabes... —me miro de arriba a abajo— nunca había visto un ángel tan lindo como tú —sonreí.

—¿Así coquetean en el inframundo? —cuestioné y sonrió.

—Yo no coqueteo con gente del Olimpo —se acercó y esta vez retrocedí, me miró y se relamió los labios— pero... —dijo— contigo puedo hacer la excepción —me reí de forma burlona.

—Yo no traiciono a mi gente —respondí y saqué mis alas— adiós —salí volando a la casa en Santorini.





Llegué a la casa y Rosé estaba sentada en el sofá, tenía sus planos extendidos.

Me observo analizando mi expresión y me senté frente a ella.

—¿Qué pasó? —preguntó y negué— al parecer el frío te congeló las mejillas, están rojas —reí.

—El aire arriba está helado —respondí— iré a calentarme en el cuarto —dirigí a mi habitación.

Llegué a mi cuarto y me recosté en la cama, tenía que cortar la cabeza de Irene y regresar antes que esto se sepa. Y eso sería en el cumpleaños de Caym, la semana que viene, podemos hacer un 2x1 en esa fiesta.

Born to die |Jenlisa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora