La Princesa De Slytherin ||Draco Malfoy Y Tú ||

Capítulo 16

El resto de la semana paso tranquilo, seguía equilibrando mi relación con todos mis amigos. Cedric insistió en acompañarme a la mayoría de mis clases, pasar por mi a mi sala común todas las mañanas y acompañarme a ella en las noches, según él para evitar que Pansy me hiciera algo, no replique pues era lindo el interés y la preocupación de Cedric, además nos volvimos más cercanos, el martes en la tarde antes de la cena fui a su habitación y escuchamos música, platicamos e hicimos algo de tarea para luego llegar juntos al Gran Comedor y hacer que todas sus admiradoras me miraran con odio. Me reunía casi todas las tardes con Her en la biblioteca; me hice amiga de los gemelos Weasley y fui su coartada el jueves cuando Snape nos interrogó sobre una broma que le habian hecho a Crabbe y Goyle. Luna siguió preocupada por mí y también me acompañó a algunas clases cuando Cedric no podía, junto con Harry.

Sin embargo el viernes en clase de pociones, pasó algo que cambiaría mi vida para siempre.
—Esta mal hecho —dijo una voz detrás de mi en la clase de pociones
Me giré para ver al osado que se habia atrevido a decirme que mi poción estaba mal hecha.
—¿Disculpa? — dije molesta. Pero cuando nuestros miradas se cruzaron me quedé anonadada por un momento. Pero no fue por semejante dios griego con unos ojos preciosos del mismo color que los míos, que tenía frente a mí mirándome como si fuera una idiota, fue por algo que no pude explicar. Una serie de imágenes borrosas y sin sentido pasaron ante mis ojos, y al parecer a él le pasó algo similar pues retrocedió dos pasos y se sostuvo de la mesa de atrás. Ambos nos miramos confundidos pero ambos fingimos que no había pasado nada.
—¿Decías? —dije tratando de ignorar lo que había pasado y retomando el tema principal.
—Amm... —titubeó intentando concentrarse— Que está mal hecha
—¿A si? —pregunté arrogante— iluminame —dije haciendo una seña con la mano dándole el paso hacia mi poción.
Se incorporó y se acercó a mi caldero, le hecho un vistazo y tomó un frasco con un ingrediente color verde espeso, tomó una hoja seca de no se que cosa y la espolvoreo.
—Listo —dijo con una sonrisa triunfal
Me acerqué a verla y evidentemente era perfecta, era justo lo que no había sabido hacer; aunque antes muerta que admitirlo ante ese chico tan odioso.
—Meh... Estaba a punto de hacer lo mismo hasta que me inoportunaste
—Jajaja si claro, sólo veías tu libro una y otra vez intentando entender lo que debías hacer mientras removias desesperadamente tu poción intentando que mágicamente te resultara —dijo con burla.

Lo miré con furia.
—¿Y tu quién te has creído que eres, para hablarme así?
—El chico más lindo e inteligente de Slytherin que acaba de ayudar a una estúpida chica que no sabe ni siquiera hacer una poción básic.. —le di una cachetada tan fuerte que hizo eco por todo el salón, haciendo que todos nos voltearan a ver.
—¿Y ustedes que carajos ven? —les dije a todos los chimosos que se nos habían quedado viendo.
Gracias a Merlín, Snape no estaba en el salón, pues sólo nos había dado las instrucciones y se había ido, aún faltaban cerca de 10 minutos para que regresara a revisar nuestros trabajos. Draco, Blaise fueron los únicos que me miraron con orgullo y unas amplias sonrisas en su rostro.
—A mi nadie me falta el respeto ¿te quedó lo suficientemente claro pedazo de imbecil? —dije tomándolo por la corbata.
Creí que se enojaria, que me insultaria, o que incluso me regresaría el golpe, pero fue todo lo contrario. Una sonrisa tan escalofriantemente parecida a la mía, fue apareciendo por su rostro mientras me miraba con ¿admiración?
—Por un momento creí que eras una deshonra para la familia —dijo en una voz tan baja que sólo pude escuchar debido a nuestra cercanía.
Lo empujé para alejarlo de mi y su sonrisa se ensancho aún más, me tendió la mano para estrecharla.
—Un gusto serpiente, soy Tom Riddle
Fue como si un balde de agua helada hubiera caído sobre mi, era Tom Riddle mi primo lejano, ahora entendía porque muchos gestos suyos eran tan parecidos a los míos; aunque eso no explicaba lo que nos había pasado cuando nos miramos.