Mi nombre es Kasia Müller, tengo veinticuatro años y soy alemana. Pertenezco a una asociación llamada Elite de la cual muy pocos conocen y que se ha convertido en mi trabajo desde que tengo dieciocho, aunque fui educada por el líder lo cual convirtió a Elite en mucho más que un trabajo, es mi vida y lo único que tengo. Elite, entre muchas otras cosas, trabaja con el gobierno. Se puede decir que hacemos el trabajo sucio, ese que nadie quiere hacer para no manchar su "limpio" expediente. Aunque también hacemos algún que otro trabajo para la mafia alemana que siempre ha trabajado de la mano con Elite. Mi padre adoptivo es Esteban Müller, desde que tengo siete años me ha alimentado y amado como a una hija. Él me ha enseñado todo lo que sé y es solo a él a quién le debo toda mi lealtad y entrega hasta mis últimos días, porque el que es leal lo es hasta la muerte. En mi vida hay tres cosas que siempre he tenido que tener claro. Primero: Lealtad a la única persona que me ayudó cuando lo necesité. Segundo: Ser siempre la mejor y más fuerte en cualquier cosa que haga, pues en este mundo no hay sitio para débiles. Y tercero y más importante: No enamorarme, porque dejar que los sentimientos decidan el rumbo de tu vida y sean los responsables de tus decisiones es darte por muerto. Cuando te abandona la única persona que creías capaz de amarte como a nadie ya no te queda mucho que esperar de la vida, no tienes nada. Y eso es lo que yo tenía, nada, solo que sobrestime el poder que tienen las personas y la capacidad de hacerte sentir completa cuando estás a su lado. Curioso cuando terminas adorando todo aquello en lo que no creías, y más curioso aún cuando es "eso" lo que te cambia. Dejé de jugar a las muñecas para jugar con armas, pero ahora dejé de jugar con armas para jugar con su corazón. ¿El problema?....que terminé enamorándome.