Kasia.
Todo estaba yendo bien, a diferencia de la última vez que Isabela y yo hicimos un postre esta vez sabía que ingredientes usar, en qué orden y cantidad hacerlo.
Pero había algo que no había cambiado y era lo desordenadas que podíamos llegar a ser.
___¿Puedo confesarte algo?___ preguntó Isa que miraba como echaba la harina a la masa.
___Adelante___la incité a que continuara.
___Antes pensaba que eras una robot aburrida___la miré divertida, yo también pensaba que Alana era una robot aburrida, ayy a quien engaño, aun lo sigo pensando ___pero entonces comenzaste a actuar diferente, me cuentas cuentos aunque en realidad no tengas idea de las princesas de Disney___reí___juegas conmigo, me sonríes diferente, ya no parece que lo hagas por quedar bien con mi hermano, ahora tu sonrisa es más sincera___me divertía y a la vez me asombraba lo madura que sonaba Isabela a veces con tan solo ocho años___antes me caías un poco mal pero ahora que veo que eres un desastre como yo___señaló toda la cocina sucia___siento que te quiero mucho___eso fue hermoso, mis ojos se cristalizaron por unos segundos.
Nunca esperé encontrarme con esta pequeña traviesa cuando llegué a la mansión por primera vez, pensaba que seríamos solo Iker y yo, pero al verla bajar de esas escaleras con su vestido de princesa supe sin duda que esa pequeña terminaría ganándose todo mi corazón, y la verdad es que no me equivoqué.
Y todo lo que hice con y por ella, lo hice porque lo sentí, no porque tratara de ser la mejor Alana posible, yo solo me sentía muy identificada con esa pequeña que estaba siendo abandonada, de alguna manera, por sus padres.
Le quise brindar todo ese cariño que sabía que necesitaba y terminé amándola como no pensé que lo haría.
___Oh no, ¿crees que esto es todo lo desastrosa que puedo ser?___señalé la cocina mientras ella sonreí traviesa ___ya verás pequeña escurridiza___y sin dejarla hablar tomé un puñado de harina y se la tiré en la cara.
Estoy segura de que Alana no haría esto ni aunque su propia madre se lo pidiera, pero yo no era Alana, sino Kasia, y delante de Isabela no me preocupa dejar salir un poco de mi verdadera personalidad.
Y Kasia era cero responsable y seria.
La pequeña abrió la boca con asombro mientras intentaba abrir los ojos sin que le callera harina en ellos, yo reí como foca retrasada esperando su contraataque que no tardó en llegar.
Debo reconocer que Isabela podía ser mucho peor que yo, y lo confirmé cuando agarró la bolsa de harina y me la lanzó entera al cuerpo, solté un gritó de la sorpresa escuchando la risita de Isabela y sus pies correteando por toda la cocina.
___Ya veras___la miré divertida al igual que ella a mí.
Comenzamos a lanzarnos todo tipo de polvos, azúcar, harina, canela, si antes la cocina estaba sucia, ahora parecía un chiquero y nosotras dos, locas cubiertas de harina.
Isabela gritaba cuando me le acercaba con la mano extendida y yo reía a carcajadas como hace años no lo hacía.
De repente resbalé con algo del suelo y caí de culo soltando una maldición, Isabela solo reía cada vez más fuerte, pero eso no fue lo peor, lo peor fue cuando sentí algo correr por mi cabello, la muy traviesa había roto un huevo en mi cabeza.
___Ahora si no te la vas a acabar___ dije para correr hacia ella con todo lo que tenía.
Iker.
Estaba concentrado en unos papeles de la empresa, encerrado en mi despacho.
Agradecía que aunque mi padre me haya, prácticamente, obligado a meterme en el negocio ilegal de la familia me haya permitido también trabajar en la empresa inmobiliaria que era lo que en verdad me gustaba.
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Eres tú
AcciónMi nombre es Kasia Müller, tengo veinticuatro años y soy alemana. Pertenezco a una asociación llamada Elite de la cual muy pocos conocen y que se ha convertido en mi trabajo desde que tengo dieciocho, aunque fui educada por el líder lo cual convirt...