CAP 32

532 51 2
                                    

Kasia.

Me miré una última vez en el espejo agradeciendo haber encontrado algo apropiado en el armario para cabalgar y que no fuera rosa.

Dije que me estaba adaptando a esta vida y era cierto, pero eso no incluye la forma de vestir de Alana ni sus gustos por tés raros y exóticos que me ponen de los nervios

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dije que me estaba adaptando a esta vida y era cierto, pero eso no incluye la forma de vestir de Alana ni sus gustos por tés raros y exóticos que me ponen de los nervios.

No estoy muy de acuerdo con esta repentina idea de Iker, puede resultar muy peligroso por más seguridad que tenga puesta a los alrededores de la propiedad, ¿pero cómo le decía que no a ese testarudo y sexy irlandés?, simplemente no podía.

Al menos prometió que solo sería por un corto tiempo, no pasará nada, debo dejar mi paranoia a un lado por al menos unas horas y divertirme con mi familia, aunque no sea la real así es como la siento, mi familia y me da igual lo que sea verdad o no.

Isabela estaba muy animada, y no la culpo, los caballos son animales hermosos y cabalgar en estos impresionantes terrenos es un completo privilegio.

Iker eligió una preciosa yegua para mí, blanca y muy tranquila, mientras él llevaba a Isabela en su caballo negro, un pura sangre impresionante.

Debo aceptar que Iker se veía demasiado bien sobre ese caballo, su figura imponente y poderosa, de solo verlo me entraban ganas de llevarlo conmigo a nuestra habitación y no salir por horas, pero decidí que lo mejor era comportarme, ya tendríamos tiempo para eso luego.

Él nos guiaba, o más bien a mí porque Isabela iba junto a él, nos contaba sobre todo lo que nos rodeaba, se veía que amaba estas tierras y que las conocía como la palma de su mano.

Fue relajante verlo así, en su territorio, siendo solo él, Iker, y no el mafioso empresario frío que debe mostrar a los demás como fachada.

Mi corazón latía con fuerza cada vez que volteaba a verme sobre su hombro cerciorándose de que lo estuviera siguiendo y siguiera sana y salva, su constante preocupación hacia mí solo provocaba que todo mi ser se llenara de ternura.

No era primera vez que montaba a caballo, pero sin duda esta fue la más especial de todas, después de todo no fue mala idea venir y despejar por unas horas todos los problemas que no parecían querer acabar.

Al llegar nuevamente a la hacienda noté como Iker se encontraba algo nervioso, pero no pregunté ya que podría tratarse sobre los sujetos que nos están siguiendo para sabrá dios qué, debe estar muy estresado y no es para menos, esta clase de cosas no deben tomarse a la ligera.

Isabela estaba tan cansada que luego de darse un baño quiso que le llevaran la cena a su habitación para ni siquiera tener que bajar las escaleras, debe estar exhausta del agitado día que hemos tenido hoy, y  a decir verdad, yo también estaba muerta.

Al entrar a mi habitación dispuesta a darme una ducha fui recibida por un hermoso vestido en la cama junto a una nota.

Me acerqué y la tomé entre mis manos para leerla con una sonrisa en el rostro, reconocía la letra de mi irlandés a kilómetros de distancia.

Eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora