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014*

Editado 13/01/22

Sus labios rozaron los de Sophie y juró que comenzaba a sentir mariposas en el estómago, pero la mujer le puso las manos en cada hombro empujándolo levemente.

—Emmet, no podemos —murmuró cabizbaja.

La frustración lo embargó y se vio obligado a soltar un suspiro para aclarar la mente de todas las sensaciones que se agolparon en su pecho al escuchar aquellas palabras.

Le acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja y cerró los ojos asintiendo. A pesar de sentirse completamente frustrado por el rechazo, se dio cuenta de que si quería algo serio con Sophie una follada estando ebrios no sería un muy buen comienzo.

—Lo siento —dijo ella con arrepentimiento elevando la voz para escucharse sobre la música que de momento había pasado a segundo plano.

—No pasa nada, estamos ebrios y no pensamos con claridad —le aseguró él acariciando su mejilla con suavidad.

Emmet se tambaleó hacia atrás sintiéndose mareado por el alcohol que corría por sus venas y la tomó de la mano para llevarla hasta la salida del bar. Necesitaba salir de ese lugar lo más rápido posible si deseaba conservar su autocontrol.

—Creo que lo mejor es que te lleve a casa —anunció notando que a Sophie le costaba seguirle el paso ya que estaba considerablemente más ebria que él.

—Vale —concordó ella rehuyendo de su mirada luciendo inmensamente apenada.

Con dedos temblorosos y mirada borrosa, Emmet sacó su teléfono y pidió un Uber poniendo la dirección de Sophie en el lugar de destino. Mientras, se quedaron en la salida del bar donde había varias personas fumando y esperaron en medio de un incómodo silencio.

Por un momento Emmet quiso saber qué pasaba por la cabeza de Sophie y sin poder evitarlo se acercó a ella cuando la vio temblando del frío. La rubia apenas levantó la mirada del piso y sus ojos cristalinos que lucían rojos se centraron en él por unos breves instantes, pero Emmet vislumbró el arrepentimiento en su mirada.

—Ey, no pasa nada, olvídalo —dijo, aunque por más ebrio que estuviera él mismo estaba seguro de que no olvidaría la forma en que el cuerpo de aquella mujer se rozó contra el suyo.

Le pasó un brazo sobre los hombros para evitar que le diera mucho frío y la sintió tiritar contra su costado.

—Yo no suelo ser así —se excusó avergonzada.

Emmet la apretó contra su cuerpo y besó su frente con cariño frunciendo su entrecejo, pues no le estaba gustando para nada la forma en que Sophie parecía estar apenada al rechazarlo.

El teléfono emitió un sonido avisando que el Uber ya había llegado, así que Emmet volvió a tomar a Sophie de la mano para llevarla al sedan azul estacionado en doble fila.