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Extra 045

No editado.

Después de comerse la jarra de pepinillos completa y acabarse otro brownie más, Sophie se quedó dormida nuevamente. Por su parte, Emmet ya no podía sentir su brazo izquierdo, pues había permanecido en la misma posición desde que la mujer había sucumbido al sueño y no se había querido mover por miedo a despertarla. A pesar de que Sophie había dormido mientras esperaban al médico, él sabía que no había descansado bien y no le importaba estar incómodo si eso significaba que ella no lo estaba. 

La noche había caído, las enfermeras ya no seguían entrando a su habitación para tomar sus signos y Emmet no sabía exactamente por qué, pero todo su cuerpo le pedía a gritos perderse en el de la mujer que dormía a su lado. Tener a Sophie tan cerca sumado al hecho de que no había tenido la oportunidad de tocarla desde hacía semanas eran la combinación perfecta para tenerlo deseoso.

Intentó distraerse con la comedia romántica que Netflix recomendaba, pero el empalme que portaba era un doloroso recuerdo de lo mucho que ansiaba estar dentro de Sophie. Ofuscado por el deseo que le recorría las venas, le corrió el cabello del cuello y comenzó a besarla con dulzura esperando poder despertarla poco a poco con suaves caricias.

Sus labios se pasearon sobre la apenas visible marca que le había quedado después de aquella horrible noche con Liam y la apretó contra su cuerpo al recordar su rostro inundado de lágrimas. Había pasado tiempo desde que pensaba en lo ocurrido ese día, y tan sólo recordarlo lo hacía querer ir a la cárcel a darle una visita al infeliz que tanto la había hecho sufrir. Como respuesta al rumbo de sus pensamientos, los movimientos del hombre se tornaron posesivos; no le gustaba rememorar el que las manos de otro hombre la hubieran tocado de formas que ella nunca deseó, y su único alivio era que él mismo se había encargado de borrar el rastro del tacto indeseado.

Su mano se asentó en el vientre bajo de Sophie donde ya podía percibir el pequeño bulto del fruto de su amor y su boca se perdió en la tersa piel del cuello que desprendía ese olor con el que llevaba fantaseando desde que la conoció.

—Hmm, ¿Emmet? —lo llamó una adormecida Sophie dándose la vuelta para que sus pechos quedaran unidos.

El hombre tomó una repentina inspiración y mordió la parte interna de su mejilla cuando el muslo de Sophie rozó su entrepierna. Sin poderlo evitar, sus caderas se mecieron levemente y con ello consiguió que los ojos celestes se abrieran y se toparan con su mirada oscurecida por el deseo.

—¿Me estás jodiendo?

Emmet no se molestó en contestar, sabía que la pregunta era retórica, además, no tenía excusa alguna, así que simplemente esbozó una sonrisa y ladeó su cabeza para tomar los labios de la rubia en un muy ansiado beso.

—Anoche creí que morirías y ahora estás así... Me pregunto qué clase de karma estaré pagando —murmuró ella entre el beso causando que Emmet se despegara sus labios.