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Editado 04/01/22

Jessie y Jane observaban distraídamente a Sophie, ella les contaba acerca de las clases de piano que había comenzado a dar hacía unos cuantos meses mientras esperaban a que una mesera les fuese a tomar el pedido.

—Una de mis estudiantes tiene un adonis por padre —comentó Sophie llamando la atención de su amiga y su hermana quienes le habían dejado de poner atención en cuanto se puso a explicar cómo un niño no podía diferenciar el do del re.

Jessie le sonrió de manera sugestiva y Jane negó con la cabeza poco asombrada por el descaro de la morena sentada a su lado.

—¿Y está casado? —Preguntó Jessie con interés haciendo que Sophie y su hermana se rieran. Desde que Sophie había conocido a Jessie en la secundaria ella había tenido un apetito sexual voraz y nunca se molestó en esconder sus emocionantes escapadas. Muchos la habían tildado de puta e incluso Sophie la había tenido que reprender en varias ocasiones por su falta de ética.

Uno de esos eventos había sido hacía pocos meses cuando Jessie le confesó que se había acostado con un hombre casado. Al enterarse, Sophie le gritó como nunca y terminaron en una pelea hasta que Jessie la buscó y le explicó que el hombre le había mentido al decirle que estaba soltero.

—Ya, como si eso me fuera a detener, lo pregunto por ti Soph —se burló Jessie en cuanto sus acompañantes se rieron de su pregunta.

Sophie levantó los hombros con fingido desinterés—, no vi un anillo, pero tiene una hija así que es probable que lo esté.

Lo había conocido en extrañas circunstancias y por más de que Becca hubiera estado llorando a cántaros, Sophie había tenido el tiempo suficiente para admirar su belleza. Ella por lo general no se fijaba en hombres asiáticos, pero él, que muy seguramente era mitad asiático la había dejado anonadada. Sophie recordó los músculos insinuados que le ceñían la ropa y el olor amaderado que había inspirado cuando lo tuvo cerca, volviéndola loca en un instante.

—¡Sophie! —Escuchó la rubia a sus espaldas en una voz sorprendentemente similar a la de una de sus estudiantes favoritas.

La susodicha viró la cabeza en busca de quién la había llamado y se encontró con los hermosos ojos verdes de la pequeña Becca quien no tardó en lanzarse a sus brazos para saludarla.

Sophie, algo aturdida por la repentina presencia de la niña le correspondió el abrazo y sin poder evitarlo paseó la mirada por el establecimiento atiborrado de gente en busca de la señora Park o del adonis que últimamente no dejaba de rondar su cabeza.

—Hola cariño —la saludó cuando se separaron del abrazo y fue recibida con una enorme sonrisa de la niña.

Notó la mirada de sus acompañantes fija en el intercambio y se tomó la libertad de alzar a la niña y colocarla sobre su regazo por miedo a que se perdiera al ver que ni su abuela ni su papá estaban cerca.