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021*

Editado 16/04/22

Sophie se removió sintiendo el sueño disiparse lentamente, sin embargo, sus movimientos fueron restringidos por un enorme peso que le cruzaba el estómago.

Sus ojos se abrieron de golpe cuando sintió una respiración rozar su mejilla y fue entonces cuando recordó que se había quedado dormida junto a Becca y Emmet.

Él tenía un brazo estirado sobre Becca que dormía entre ambos y la palma de su mano descansaba perezosamente sobre el vientre de Sophie haciendo que a ella se le calentara el rostro al percatarse de la íntima posición en la que se encontraba.

Con sutileza se quitó las cobijas de encima y se aseguró de no disturbar al padre y a su hija antes de encaminarse al baño sintiéndose más que deseosa por tomar una ducha para ordenar el lío de sensaciones que la carcomía desde que su impulsividad le ganó al besar a Emmet.

Cerró la puerta y abrió el grifo de la ducha para luego quitarse el camisón de dormir. Mientras el agua se calentaba Sophie se observó en el espejo e inconscientemente una de sus manos se acercó a sus labios para rozarlos haciendo que recordara la sensación de otra boca sobre la suya.

El vapor comenzó a nublar el espejo haciendo que Sophie saliera de su viaje de remembranza y se dirigiera hacia la ducha.

Un jadeo sordo dejó sus labios cuando sintió el golpeteo de las gotas de agua sobre su espalda y cerró los ojos disfrutando de la relajante sensación.

Se permitió unos cuantos minutos de tranquilidad bajo el agua tibia, pero fue inevitable que pensara en los acontecimientos de la noche anterior y de lo que aquel beso podría significar en su relación con Emmet.

Ese beso lo había complicado todo y ella lo tenía dolorosamente claro. Sabía de sobra que debía tomar una decisión lo más pronto posible y de igual modo tenía que dejárselo claro a Emmet, en especial teniendo en cuenta que lo que sucediera entre los dos podría llegar a afectar a Becca, y lo último que Sophie quería era lastimar a la pequeña.

La mujer también tenía en mente la mudanza que había planeado desde hacía meses, y sabiendo que tenía todo listo, menos el dinero para costearlo era solo cuestión de tiempo para que el día llegase.

Pero lo más importante era que Sophie sabía que la cercanía de Emmet la dejaba a la deriva y más expuesta que nunca en el ámbito sentimental, cosa para la que ella no estaba lista, por lo que después de meditarlo por algunos minutos tomó la difícil decisión de por fin decirle que sólo estaba dispuesta a ofrecerle su amistad.

Sophie no tenía duda de que mantenerse alejada de Emmet sería toda una odisea, en especial dado que la tensión sexual entre ambos parecía querer sofocarla en cualquier momento, pero estaba dispuesta a hacer un esfuerzo con el fin de no herir los sentimientos del hombre y los de Becca.

Con las cosas más claras que nunca, y una pequeña opresión en el pecho que indicaba lo mucho que le estaba costando tomar aquella decisión, Sophie salió de la ducha ideando la ocasión en que le diría a Emmet lo que en esos momentos cursaba por su mente.