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No editado

 A pesar de la agitación causada por su encuentro con Elena, Emmet no pudo hacer más que centrarse en la felicidad que le seguía causando el embarazo y mucho menos pudo calmar las ansias que cada vez incrementaban más al pensar en cómo Becca reacc...

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A pesar de la agitación causada por su encuentro con Elena, Emmet no pudo hacer más que centrarse en la felicidad que le seguía causando el embarazo y mucho menos pudo calmar las ansias que cada vez incrementaban más al pensar en cómo Becca reaccionaría a la noticia.

De forma casi inconsciente, su pie apretó el acelerador con un poco más de fuerza, y esquivó uno que otro transeúnte ganándose varios pitazos y maldiciones de quienes no pudieron pasar debido a su imprudencia. Nada de ello logró deteriorar su ánimo, pues desde que se enteró que su vida estaba en riesgo se dio cuenta de que no valía la pena ensombrecer los buenos momentos por aquellos no tan buenos.

Tras cometer más de un par de infracciones llegó al apartamento de Sophie, dónde sabía que también se encontraba su hija tomando clase y se bajó del auto casi que corriendo. Cualquiera que lo viera y no supiera la razón de su afán, pensaría que lucía como un niño en la mañana de navidad corriendo hacia la montaña de regalos bajo el árbol.

El recorrido en el viejo elevador se le hizo toda una eternidad, pero su alivio en cuanto vio a su pequeña hija en brazos de Sophie cuando la puerta del apartamento fue abierta disipó cualquier indicio de molestía hacía el antiguo aparato de hierro. De inmediato sus ojos viajaron hasta el vientre de Sophie, dónde la pierna de su hija descansaba y su ceño se frunció ligeramente.

—Muñeca, no deberías esforzarte demasiado alzándola —amonestó al tiempo que abrió ambos brazos para recibir a su hija, quien prácticamente se lanzó hacía él para saludarlo con entusiasmo.

Sophie rodó los ojos, se cruzó de brazos frunciendo sus labios en un puchero exagerado y a modo de reclamo dijo—, no tienes que preocuparte por eso ahora. Estoy perfectamente bien.

Emmet cerró la puerta del apartamento con su pie izquierdo y se sentó en el sofá dejando a Becca sobre su regazo.

—Sabes que el primer trimestre es el más riesgoso. Entiendo que quizás te cueste acostumbrarte, pero es mejor que seamos precavidos —le pidió cuando ella se sentó a su lado, arropándolos con una manta de lana.

Sophie soltó un pequeño resoplido y acomodó una de sus manos sobre su vientre bajo la atenta mirada de Emmet, quien se moría por poner su propia mano sobre la de ella.

—Papi —la voz de Rebecca lo distrajo justo cuando su brazo se alzó en dirección a la rubia.

De inmediato se centró en ella y se perdió en sus ojos ligeramente rasgados, haciendo que se preguntara si su bebé con Sophie tendría los mismos ojos, o si se parecerían más a los de su madre con esos irises de un azul cristalino que él tanto adoraba.

—¿Qué en un tismestre? —Indagó la pequeña vocecita volviendo a sacarlo del mundo de sus pensamientos.

Sophie y Emmet rieron al escuchar la palabra balbuceada que salió de sus labios, y  como la vez pasada, ella fue la que se encargó de explicarle de qué se trataba.

Before You Go © |+18| [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora