Epílogo

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Dos años después.

—Mami, mami la abuela ya llegó.

Sophie se cubrió la cabeza con una almohada y un gemido se escapó de entre sus labios cuando el peso de un pequeño cuerpecito hundió el colchón junto a ella antes de que la niña comenzara a dar saltos en la cama.

—Becca, muñeca, no saltes en la cama —amonestó Sophie con el tono firme, pero viéndose incapaz de levantarle el tono de voz a su pequeña.

Un año después de la muerte de Emmet, Sophie había hecho lo que alguna vez él había pedido y tras hablarlo con Linda, adoptó a Becca. Decir que la niña se puso feliz cuando Sophie le dijo que podía decirle "mamá", sería subestimar su reacción.

—Lo siento —los movimientos se detuvieron.

—¿Pero, puedes levantarte? Ya llegó la abuela —Becca se arrodilló junto a ella y levantó la almohada para mirar a su mamá.

Sophie suspiró, cerró los ojos y se preparó mentalmente para el día.

—Vamos a despertar a tus hermanos.

De inmediato la niña de seis años se levantó y tomó la mano de Sophie.

—Emma, Emilio. Tienen que despertar —la rubia fue a abrir las cortinas y un segundo más tarde los quejidos de sus hijos se hicieron escuchar.

Los mellizos eran unos dormilones y ella siempre tenía que hacer uso hasta de la última pizca de su paciencia cuando de despertarlos se trataba.

—La abuela llegó —anunció Becca acercándose a una adormilada Emma, quien ante la mención de su abuela, se levantó como un resorte.

Rápidamente, todos sus hijos corrieron a la cocina, donde, justo como había dicho Becca, se encontraba Linda.

Los ojos de la mujer estaban enrojecidos, Sophie supo que había estado llorando al igual que ella la noche anterior, y se apresuró en ir a darle un abrazo a la mujer que había parecido envejecer una década en sólo dos años.

—No puedo creer que se fue hoy hace dos años —murmuró Linda con un trémulo suspiro.

Sophie le regaló una sonrisa de boca cerrada y sus ojos se aguaron.

—Yo tampoco.

Sophie sabía que si no fuera por los niños, quienes clamaban la atención de las dos mujeres, ellas ya estarían hechas un lío de lágrimas y lamentos. Para su fortuna, los pequeños las ayudaron a distraer y pasaron el aniversario de la muerte de Emmet dándole todo el cariño que él no pudo darle a sus hijos.

Sophie quiso que los mellizos supieran de él desde pequeños, así que se había encargado de contarles anécdotas y cubrir las paredes y mesas con fotos de su padre. Ese día no había sido diferente, Linda y Sophie contaron historias de cuando el par se conoció, de cuando supo acerca del embarazo y de sus días como padre soltero con Becca.

Mientras rememoraban lo que había sido la corta, pero muy importante vida de Emmet Park, Sophie reflexionó.

Se dio cuenta de que las personas eran un mosaico de otras personas que pasaban por sus vidas. Siempre se llevan algo de quienes conocen, y por eso ella nunca se arrepentiría de haber conocido a Emmet.

A pesar del inmenso dolor que dejó su pérdida él siempre sería parte de ella, y aunque el tiempo no les alcanzó, él siempre vivirá en su corazón y en esos tres regalos que le había dejado.

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Bueno, hasta aquí va esto. 

Lo siento si no les gustó el final que le di a este par, pero como dije, era algo que tenía claro que sucedería desde que comencé con el libro. 

A los que se quedaron hasta el final, les doy mil gracias, porque sin sus comentarios ni su apoyo no habría logrado llegar hasta acá. 

Ahora me despido de estos personajes que me acompañaron durante dos años y a quienes recordaré con mucho cariño. 

Espero verlos en alguno de mis otros libros. 

Con amor, 

-Vale 🤍

Before You Go © |+18| [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora