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Este capítulo contiene escenas para mayores 🔥

Editado 04/01/22

En medio de la cena en la que Sophie no había podido parar de comerse a Emmet con los ojos, llegó Linda cargada de bolsas de compras y con el cabello y las uñas arreglados.

—Vaya, Sophie querida, no sabía que aún estabas aquí —dijo con asombro, pero la sonrisa sabionda que se tomó su rostro desmintió su candidez.

—Emmet me invitó a cenar con Becca y no le he podido decir que no a la niña —explicó y le dio un trago a su limonada tratando de calmar los nervios.

El hombre que tenía sentado al frente no dejaba de mirarla como si se la quisiera comer a ella en vez del plato de pasta y Sophie tampoco se declaraba inocente ya que, por alguna razón Emmet la ponía muchísimo.

—Ya veo, por cierto, siento mucho la demora, pero nos hemos entretenido con Celia en el centro comercial. Hacía tanto que no salía y ya me hacía falta.

Linda colocó las bolsas en el sofá y se sentó en la mesa para saludar a Becca que lucía cansada.

—No te preocupes, de todos modos, ya sabes que Becca es un ángel y se ha portado de maravilla conmigo —replicó Sophie sonriente mientras le pasaba una mano por el cabello a la pequeña.

—Me alegra mucho, Sophie.

La mujer mayor miró a su hijo y luego a Sophie un par de veces y la sonrisa en sus labios se ensanchó.

—¿Llegaste hace mucho, hijo? —Indagó con esa sonrisa que a Sophie le recordó la expresión en el rostro de Krista cuando estaba en modo cotilla.

El hombre que tenía la mirada fija en Sophie miró a su madre de soslayo.

—Hace una hora más o menos.

—Papi, tengo sueño —interrumpió Becca con la voz tímida y Sophie observó cómo Emmet la acomodó sobre su regazo.

El resto de la cena trascurrió con las preguntas de Linda en su mayoría formuladas hacia Sophie que no pudo evitar sentirse intimidad por la mirada constante de Emmet y apenada por las preguntas indiscretas de Linda.

Cuando todos terminaron de comer, la rubia se levantó con la intención de ayudar a Linda a recoger y lavar los platos, pero la mujer se negó rotundamente y la mandó a la sala junto a Emmet y a Becca.

—Siéntate —dijo Emmet palmeando el espacio junto a él en el sofá y su mirada parecía la de un cazador a punto de atrapar a su presa.

Sophie obedeció intentando evitar los pensamientos lujuriosos que parecían no querer dejarla en paz cada que estaba con Emmet y se removió para aliviar el calor que se asentó en su rostro cuando notó los ojos del hombre fijos en ella.