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No editado.

🔥Advertencia: contenido para mayores y altamente gráfico.

La familia materna de Sophie era enorme. Cada que se reunían en casa de la abuela terminaban abarrotados en la sala que, a pesar de ser bastante espaciosa, era fácilmente ocupada por todos los miembros de la familia.

Sophie no veía a la mayoría de sus primos y tíos desde el funeral de su mamá, así que las miradas simpatéticas abundaban y no permitían que se relájese del todo pensando en que hace un año su mamá estaba allí junto a ella, contando los minutos para darle la bienvenida a un nuevo año...

Al año en que falleció tan sólo unas semanas después de darle la bienvenida.

Podía echarle la culpa a aquel pequeño detalle, o simplemente se sentía con ánimos de beber, pero para cuando la media noche se avecinaba, Sophie ya estaba bastante pasada de tragos debido a los mojitos que su tía insistía en seguirle dando.

—No estés triste, mi niña. Estoy segura de que ella está cuidando de todos nosotros desde donde esté y no le gustaría verte con esos ánimos para recibir el nuevo año —le susurró su abuela tomando una de sus manos entre las suyas, arrugadas y manchadas por el paso del tiempo.

—Lo sé, es sólo que la extraño. No puedo evitarlo —confesó aferrándose a las manos de la mujer que ayudó a criarla.

Paseó su mirada por la habitación y se topó con su papá que estaba sentado en uno de los sofás junto a Krista y Jane. Se alivió al notar que los tres lucían bastante animados, riendo y hablando a gusto, y se obligó a dejar de ahogarse en sus penas para poder disfrutar del momento junto a toda su familia.

Se empinó el resto de su mojito y sucumbió ante los efectos del alcohol dejándose llevar por el buen ambiente cuando uno de sus tíos se acercó a ella y la invitó a bailar junto a sus primos pequeños. Terminó de pasar la noche rodeada de su familia bebiendo, comiendo y riendo, pues, así como su madre había partido de repente, cualquiera de sus seres amados podría hacerlo en cualquier momento.

Ella sabía que vida era un suspiro, tan delicada y preciada que al final del día no era más que algo pasajero y agotable. Por ello siempre que podía se esforzaba por vivirla al máximo, pues del hoy estamos seguros, pero del mañana nunca habrá certeza.

—No creo que debas tomar más. Ya casi es media noche y pronto nos iremos —le dijo su padre, sacándola del hilo de sus pensamientos que debido al alcohol habían tomado un rumbo bastante existencialista.

—Vale —cedió ella dejando la copa vacía en la mesa de centro antes de volver a tomar las manos de su padre para seguir con el baile.

—Es bueno que seamos felices sabes. Hay que seguir adelante —comentó Vladimir pensativo.

Sophie levantó sus cejas en un gesto curioso.

—Tú mamá estaría feliz de vernos así. La conocías, habría odiado que nos pasáramos la vida llorando su muerte —elaboró esclareciendo a lo que se refería, y Sophie no podía estar más contenta al escuchar las palabras de su padre.