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No editado.

Los días habían pasado casi imperceptiblemente. Hacía un poco menos de dos semanas, Emmet se encontraba viviendo uno de los días más difíciles de su vida y ahora estaba en el supermercado comprando helado de chicle, porque Sophie había pasado la noche anterior diciéndole que estaba antojada.

Mientras caminaba por el pasillo de la sección de congelados, Emmet recordó la imagen comprometedora que Sophie le había mandado en su hora de almuerzo y un leve sonrojo hizo presencia en sus mejillas. Las hormonas del embarazo, además de causarle grandes y repentinos cambios de humor, también estaban incrementando su libido y el par había pasado cada minuto de intimidad disfrutando del deseo sexual recién descubierto de la mujer.

Distraído por los pensamientos de la rubia, Emmet abrió la nevera cuando divisó el sabor de helado que quería y una sonrisa se tomó su rostro de manera permanente mientras caminaba hacia los cajeros.

El pote del postre que le llevaba a Sophie le congeló las manos, intentó tomarlo sólo de la tapa, pero se le resbaló. Cuando se agachó a recogerlo escuchó un zumbido en sus oídos y puntos negros danzaron en su visión, hasta que todo se tornó negro.

Su último pensamiento fue que quería llegar rápido a casa para darle el helado a Sophie.

Lisa rápidamente se había convertido en su segunda estudiante favorita, después de Becca, por supuesto. La joven que también había resultado ser estudiante de Emmet en la universidad de Nueva York, tenía un talento innato para el piano y Sophie pensaba explotar su disposición para inscribirla a uno de los concursos con más renombre en el mundo del piano.

Estaban debatiendo el repertorio que debería tocar cuando el teléfono de Sophie comenzó a sonar en su habitación. Al comienzo ella lo ignoró, solía dejar el celular alejado cuando estaba en clase porque no le gustaba la interrupción, pero cuando las llamadas siguieron, una tras otra, supo que algo andaba mal.

Se excusó con Lisa y caminó apresuradamente hasta la habitación. Con las manos temblorosas, desconectó el teléfono del cargador justo cuando otra llamada de Linda le entró.