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No editado.

El ambiente de la sala se sentía pesado

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El ambiente de la sala se sentía pesado. Krista y Jane ayudaban a Sophie a colgar las luces navideñas en el adorno de la chimenea, mientras Vladimir terminaba de cocinar la cena en un silencio sepulcral.

Con tres hijas y unos padres terriblemente extrovertidos, la casa de los Romanov solía estar inundada de risas, discusiones o pláticas cotidianas. Sin embargo, aquellos tiempos habían llegado a su fin, Sophie ya no vivía junto con su familia, y lo más notorio era que su madre ya no estaba.

Krista y Jane susurraban animadamente entre ellas comentando lo emocionadas que estaban por conocer a Emmet y a su familia. La menor de las Romanova no paraba de hacerle preguntas a Jane, quien ya había coincidido con Emmet en una ocasión, y Sophie las ignoraba ya que no podía despegarle la vista a su padre.

Vladimir Romanov ahora sólo era una sombra del hombre que alguna vez había sido. Él normalmente habría estado en la sala junto a sus hijas bromeando y riendo, pero ahora se había encerrado en la cocina luciendo apagado y un tanto desconsolado.

—Papá no la está pasando nada bien —comentó expresando la conclusión a la que había llegado en cuanto vio las profundas líneas entre las cejas de su procreador mientras revolvía la salsa con una cuchara de palo.

—Oh, lleva así toda la mañana —murmuró Krista con pocos ánimos.

Ahora la atención de las tres hermanas estaba sobre el hombre que observaba la cuchara en su mano como si fuera la culpable de toda la miseria del mundo.

—¿No creen que deberíamos hablar con él? No soporto verlo así —sugirió Sophie sintiéndose aún más preocupada.

Jane puso una mano sobre el hombro de la mayor llamando su atención.

—Vamos —alentó agarrando a su otra hermana del mismo modo para empujarlas ligeramente hacia la cocina.

La mirada ensombrecida de Vladimir se enfocó en sus tres hijas en cuando la puerta de la cocina se abrió. Sophie no pudo contenerse y saltó a los brazos de su padre, quien se tambaleó ante el repentino gesto.

—Pa, no hagas esto —le pidió en un susurro sintiendo cómo sus ojos se llenaron de lágrimas al notar la forma de que los brazos de su padre se aferraron a ella como si su vida dependiese de ello.

Vladimir soltó un trémulo jadeo y apoyó su frente sobre el hombro de Sophie en tanto sus otras dos hijas se unieron al abrazo. El hombre abrió sus brazos para envolver los delgados cuerpos de sus hijas y juntos, lloraron la pérdida que los aquejaba.

Sophie sintió aquel vacío en el pecho que se hacia notar cada que pensaba en su madre, y por primera vez en meses simplemente se dejó llevar por el dolor. Silenciosamente, envolvió sus brazos alrededor de su familia y lloro esperando que algún día lograra poder recordar a su madre con nostalgia, y no con esa aguda pesadumbre que parecía querer ahogarla en un mar de lágrimas.

Before You Go © |+18| [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora