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Editado 25/04/2023

TW: menciones de acoso y violencia.

Se talló los ojos con las palmas de las manos antes de abrirlos lentamente y dio un largo bostezo. Los brazos rodeando su torso lo estrecharon al tiempo que Sophie hundió el rostro en su cuello aún profundamente dormida haciendo que una enorme sonrisa se instalara en el rostro de Emmet, quien la rodeó con sus brazos y besó su mejilla.

El entrecejo del asiático se frunció ligeramente al notar las prominentes bolsas que se le habían formado debajo de los ojos debido al llanto del día anterior. El sólo recordar lo frágil y rota que lucía en ese callejón hizo que la ira corriera por sus venas, latente por impartir la paliza de su vida a los imbéciles que habían osado ponerle una mano encima al ángel que yacía entre sus brazos.

Fue esa sensación de querer envolverla en una burbuja para que nada ni nadie pudiese tocarla la que confirmó que ya no había vuelta atrás. Por primera vez reconoció que había comenzado a enamorarse de Sophie Romanova y no había nada que pudiera hacer para evitarlo.

Sí, aún sentía la innegable atracción física, la lujuria y los pensamientos carnales aún lo plagaban, pero con el tiempo y sin que se percatara de ello otros sentimientos más profundos comenzaron a surgir. Emmet había caído rendido a los pies de Sophie como había estado destinado a hacerlo desde un comienzo.

De repente, una de las piernas de la mujer se alzó sobre sus caderas dejándolo atrapado de espaldas al colchón y logrando despertar a su vez ese irresistible deseo que le cursó las venas momentáneamente. Sin embargo, cualquier atisbo de su excitación murió en cuanto recordó que Sophie no estaba en posición para cumplir sus caprichos sexuales, no después de lo que había vivido el día anterior.

De hecho, después de haber escuchado la historia de su exnovio, a Emmet no le sorprendería si Sophie le dijera que se rindió con los hombres y prefería quedarse soltera. Sólo esperaba que de algún modo, o por algún milagro Sophie le pudiera dar la oportunidad de demostrarle que no todos los hombres eran así, que había algunos como él que podrían pasar el resto de sus días venerándola y amándola sin necesidad de recurrir a la violencia.

Sophie empezó a estirar sus extremidades dejándole saber que había despertado, por lo que se aseguró de enseñarle su mejor sonrisa cuando aquellos pozos azules se fijaron en él—. Buenos días, Soph —la saludó con suavidad, tanteando el ambiente para poder tener algún indicio de cómo se sentía.

—Hola —fue su corta respuesta acompañada de una diminuta sonrisa la cual claramente le había costado enormemente poder conjurar.

—¿Cómo te sientes? —cuestionó el hombre sintiendo que el pecho se le contraía dolorosamente al notar la rojez de sus escleróticas y la hinchazón de esos ojos que usualmente estaban llenos de vida, pero que en ese momento lo observaban cargados de aflicción.

Sophie refugió su rostro en el pecho de Emmet e inhaló con profundidad aferrándose a la camisa de dormir que llevaba el hombre tirando de la tela con suavidad.