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No editado.

 Sus ojos se abrieron lentamente, pero la luz de la habitación la cegó y tuvo que volver a cerrarlos

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Sus ojos se abrieron lentamente, pero la luz de la habitación la cegó y tuvo que volver a cerrarlos.

—¿Hija? —La voz de Vladimir la hizo girar la cabeza de golpe.

—Papá, ¿qué pasó? —Todo su cuerpo dolía, en especial su cabeza y por más de que se esforzara, sólo podía recordar pequeños retazos de lo que había sucedido en las escaleras.

Cuando por fin pudo acomodarse a la luz, su mirada se detuvo sobre Vladimir, quien estaba sentado a su lado luciendo miserable.

Sophie no supo si fue la expresión en el rostro de su padre o lo mucho que tardó en contestar, pero de inmediato supo que había pasado algo malo. Sus manos volaron en dirección de su estómago, y cuando sintió la piel blanda de su vientre su respiración comenzó a agitarse. Luego, recuerdos de su llamada con Linda y de la razón por la cual necesitaba ir al hospital la azotaron de golpe.

—¡Papá! ¿Mis bebés? ¿Dónde están mis bebés? ¿Qué pasó con Emmet?

Vladimir se pasó una mano por el rostro, sus ojos estaban rojos y portaba unas enormes ojeras que la preocuparon.

—Ambos bebés están en cuidados intensivos. Están estables, pero es probable que tengan que pasar unos días más en la incubadora... —la alegría destelló en su mirada—. Tuviste una niña y un niño, Sophie. Son hermosos —el tono de Vladimir destilaba amor y Sophie no pudo contener las lágrimas que se agolparon en sus ojos ante la noticia.

—¿Y Emmet? Papá, tenemos que contarle. Hay que decirle que todo está bien con los bebés.

La mirada de Sophie buscó la de Vladimir, pero su papá rehuyó de ella, dejándole saber que le estaba escondiendo algo. Su estómago dio un vuelco, el dolor de dónde habían realizado la cesárea pasó a segundo plano y una agonizante aflicción inundó su pecho.

—¿Dónde está? —Una mano se aferró a la tela que cubría su pecho, justo encima de su corazón, dónde sentía que algo dentro de ella se estaba quebrando.

—Duraste tres días sin responder, Sophie. Muchas cosas pasaron desde entonces. Emmet entró en cirugía, lograron quitarle el tumor, pero el post-operatorio... Él... —Vladimir la miró—. Él no lo logró, Sophie.

Las palabras retumbaron por la habitación y murieron ahogadas por el ruidoso sonido de su corazón partiéndose en miles de pedazos.

Sophie se redujo a nada.

El llanto ni siquiera llegó. Sólo un vacío, tan grande que amenazó con tragarla completa.

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No fue hasta que la llevaron a ver a sus hijos desde una ventana en la que apenas pudo divisar los pequeños bultos que se movían con avidez, que Sophie rompió en llanto.

Before You Go © |+18| [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora