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Editado 13/11/21

Sophie acababa de comenzar su lección con Becca y en el poco tiempo que llevaban juntas, se pudo dar cuenta de que la pequeña estaba algo baja de ánimos

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Sophie acababa de comenzar su lección con Becca y en el poco tiempo que llevaban juntas, se pudo dar cuenta de que la pequeña estaba algo baja de ánimos.

Por la experiencia que había tenido al ayudar con gran parte de la crianza de sus hermanas menores, Sophie sabía que lo más probable era que la nena estuviera enferma. Conocía demasiado bien la forma discreta en que Becca se sobaba el estómago de eventos pasados con sus hermanitas y sabía que debido a que todavía no le tenía la suficiente confianza, le daba pena decirle que no se estaba sintiendo bien.

—¿Te sientes bien, Becca? —preguntó cuando notó un pequeño gesto disgustado en su cara.

La niña bajó su cabeza apenada y sus mejillas tomaron un tono rojo por la vergüenza.

Sophie, enternecida con Becca tomó su carita con una mano y la levantó para poderla ver a los ojos mientras hablaba—. No tienes por qué estar apenada Becca, si te sientes mal podemos detener la clase. ¿Quieres que llame a tu abuela? —Ofreció mientras acariciaba una de sus mejillas.

Becca soltó un leve quejido y poco a poco sus ojos se llenaron de lágrimas—. ¿Puedo abrazarte? —Inquirió haciendo caso omiso a la pregunta formulada por su preocupada profesora.

La diminuta vocecilla de Becca pidiéndole un abrazo derritió el corazón de Sophie y en un milisegundo la niña ya estaba siendo envuelta en un cálido abrazo por parte de la mujer. Al sentir la frente hirviendo de Becca apoyándose sobre su cuello, Sophie se alarmó y la acomodó entre sus brazos para poderla alzar con facilidad.

Con sumo cuidado de no realizar movimientos fuertes la llevó hasta su habitación con la intención de dejarla dormir un rato mientras su abuela llegaba por ella. Sin embargo, en cuanto Sophie hizo el amago de soltarla sobre la cama, Becca afianzó su agarre alrededor de su cuello y soltó una queja.

Un sonoro suspiro dejó los labios de la rubia en cuanto se dio cuenta de que la pequeña no la quería soltar. Sin más remedio, Sophie se recostó apoyada sobre la cabecera de su cama y dejó que Becca se enroscara a su lado mientras intentaba conciliar el sueño.

Se dedicó a acariciar su cabello de manera reconfortante y sin darse cuenta comenzó a tararear una de las canciones que solía cantarle su madre cuando ella o sus hermanas se sentían enfermas.

Poco a poco la niña fue cayendo dormida con las suaves caricias y la dulce melodía que trajo lagrimas a los ojos de Sophie.

En ese momento, la joven sintió unas enormes ganas de tener su propio hijo. Deseó tener un pequeño para repetir las dulces crianzas que su madre siempre impartía con una sabiduría que solo ella tenía.

Se permitió ese momento para fantasear acerca de su futuro. Desde que sus hermanas llegaron al mundo Sophie supo que ella quería ser madre y a medida que pasaba el tiempo, su decisión fue tomando fuerza. Ella sabía que a pesar de ser una persona fría su naturaleza también era protectora y cariñosa. En cuanto su hermana Jane había soltado su primer llanto, Sophie, con tan solo nueve años había sentido una inmensa necesidad de proteger y cuidar de aquel ser indefenso, ajeno a todos los peligros a los que ella misma había sido expuesta para ese entonces.

Before You Go © |+18| [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora