Capitulo XXXVII: Una Velada(Parte 2)

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"Es frecuente escuchar que el destino está escrito. En realidad, nosotros somos los autores de nuestro propio destino". (Anónimo).


En los cuartos de la casa "Château brun" (Castillo Marrón) como había decidido llamarle Grace hace años. Se encontraba la pelirroja a ahorcadas de Norman, quien se había levantado agarrándole por detrás de la cabeza para besarla con intensidad, mientras que ella lo abrazaba con sus piernas.

Ella estaba feliz, contenta, por fin su amor de la infancia estaba con ella, tal vez no en el mejor de los momentos, o en la situación que ella quisiera, pero estaba con ella y eso era todo lo que le importaba. Norman en cambio sentía en primer parte una quemazón en el cuello, pues se sentía mal al estar haciendo tales cosas con Tiziana y a la vez pensando en Kaira.

Fue peor cuando la pelirroja le mordió el labio y le jaló de los cabellos para empezar a besar sus pectorales fuertes y definidos. Hace rato que ambos habían quedado en ropa interior y ninguno tampoco supo cómo llegaron a eso, pues todo paso en un abrir y cerrar de ojos.

Ambos separaron sus labios para tomar aire, el pecho de ambos subía y bajaba por la intensidad de hace momento. Tiziana buscó los ojos de Norman tratando de ver si él había sentido algo, y en efecto pudo ver un brillo en ellos cuando sus miradas se entrelazaron.

Norman también pudo apreciar un brillo atractivo a los ojos de la chica, el cual se quedó mirando por un largo rato, pero en ese momento el rostro de ella cambió a uno de desilusión y dolor. No sabía que había visto ella de él, pero algo bueno no fue. Ambos se separaron y ella se sentó a su lado llevando las rodillas a su pecho y abrazándolas, mientras él la miraba con mucha atención viendo como sus cabellos caían por sus hombros.

Al volver a ver aquella mirada muerta y de desilusión en el rostro de su amiga aquella quemazón en el pecho aumentó. No entendía porque, si Kaira se había ido, se sentía así de mal, ¿Por qué no podía estar con Tiziana?, ella si estaba a su lado incondicionalmente, no se fue, aun que debía admitir que también fue culpa de el por no ir tras la rusa.

Tiziana miraba a Norman con tristeza, sabía que esto pasaría, pero, al menos tenía una pequeñita esperanza, una llamita apenas visible, la cual se extinguió con aquel brillo amargo y tristón que embozaron los ojos del muchacho que tanto amó desde la primera vez que lo vio, ahora, ahora todo estaba arruinado, no tenía como competir con tal mujer de la que él estaba seguramente, perdido y enamorado...

Ambos suspiraron al mismo tiempo para quedar en un horrible silencio incomodo, donde ninguno se atrevía siquiera a respirar bruscamente, algo como, si el tiempo se hubiera congelado para ambos, en aquella habitación de paredes marrones, piso alfombrado, calefacción por un aparatito nuevo, aparentemente también de China.

— ¿Qué hice mal?, ¿Soy yo, o es que ella es mucho mejor que yo? —Preguntó Tiziana armándose de valor, aunque sabía que si seguía hablando su voz se quebraría.

—No eres tú, perdóname enserio Tizi, todo esto pasó en un momento equivocado, circunstancias diferentes, personas diferentes, es complicado...

— ¿La amas?

—Mi mente dice otra cosa, pero mi corazón, mi corazón si está claro, la amo.

—Si tu corazón lo dice...

—Enserio, perdóname, yo no...

—Cállate Norman, ya lo sabía, solo duele un poco que la persona a quien yo amé durante años ame a otra persona, pero, de todos modos yo no quise aceptar la realidad —admitió ella riendo sin ganas para secarse las lágrimas que le acababan de caer y quedar en sus mejillas.

Norman la miró para luego agarrarle las mejillas y besarle la frente, a lo que ella sonrió de manera de agradecimiento abrazándolo con fuerza. Así se quedaron un rato, hasta que el decidió volver a hablar.

—Sabes que tienes un gran lugar en mi corazón, ¿no?

—Lo sé, aunque también sé que soy mucho para ti, no me llegas ni a los talones —dijo ella para que luego ambos se rieran con fuerza y luego acostarse en la cama cara a cara.

—Te extrañé, a pesar de lo chillona que eres.

—Yo igual, a pesar de que eres tan pesado.

Ambos volvieron a reír para luego mirarse con una seriedad no peculiar de ambos. Sus ojos se quedaron observándose como si estuvieran en trance, luego ambos adivinaron lo que el otro pensaba, solo que no querían decirlo, pero al final se animaron.

—Tengo miedo de cuál sea nuestro destino, si lo que dicen es cierto, una guerra puede presentarse en el país —susurró ella sintiendo un frio en la espalda, el cual fue calmado por los fuertes brazos de Norman el cual la abrazó y la apegó a él.

—Probablemente haya una guerra, haya muertos, destrucción y caos, pero mientras estemos unidos todo saldrá bien. Cada uno es digno de su Destino, pero yo decido seguir sin uno aparente.

— ¿Sin destino?, ¿Cómo aquella vieja canción que escuchábamos los cuatro de pequeños?

—Exacto, seguir sin destino, sin uno escrito, forjar uno propio, estoy seguro que todos ustedes tienen uno, pero, yo quiero escribir el mío propio, o tal vez, no tener ninguno, creo que lo romantizo mucho.

—Mientras mi destino sea junto a ti y los demás, estaré encantada de seguirlo —dijo ella para acomodar su cabeza en el pecho del muchacho, el cual irradiaba un reconfortante calor.

—Mientras estemos juntos, habrá un mañana, un futuro, un lugar a donde ir y volver, un destino...

Y con esa frase ambos quedaron dormidos, a pesar del intenso frio quedaron abrazados para dar paso a otro día. Pues el siguiente empezaría los entrenamientos y necesitaban descansar. Aun así a Norman lo dejó inquieto lo que había dicho sin pensar, sin que pasara por su cabeza, como si él no fuera el que lo hubiera dicho, "Yo decido seguir sin uno aparentemente", y con esa preocupación, quedó profundamente dormido.

 Aun así a Norman lo dejó inquieto lo que había dicho sin pensar, sin que pasara por su cabeza, como si él no fuera el que lo hubiera dicho, "Yo decido seguir sin uno aparentemente", y con esa preocupación, quedó profundamente dormido

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SIN DESTINO: EL INICIO (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora