Capitulo XL: Demencia Rojiza

63 27 8
                                    

"La demencia en el individuo es algo raro; en los grupos, en los partidos, en los pueblos, en las épocas, es la regla". (Nietzsche).



Lo único que escuchaba era el repetido sonido del traqueo de las ruedas fundidas de hierro, las cuales chocaban con las vías del tren antiguo del mediterráneo, allá en Caracas justo para llegar al palacio de Miraflores. Ella sola estaba sentada en ese asiento, viendo la oscuridad la cual era aplacada cada uno coma treinta y cuatro segundos, por una luz que se supondría que fuera blanca, emitida por un pequeño foco en las vías el mediterráneo, pero por alguna extraña razón ella la veía de un color rojo intenso.

Elevó su cabeza hacia arriba recostándola en el incómodo y dañado sillón del vagón, el cual estaba hecho de cuero viejo de hace años, pero para la sorpresa de su desarrollada nariz, tenía un olor agradable. Aquel olor te hacía sentir como en un campo en una silla nueva hecha de cuero y madera, familiar, esa era la palabra que sentía en ese momento al cerrar los ojos y aspirar para volver a captar ese olor en el tranquilo silencio que aquella soledad presente en el tren le brindaba en esos momentos.

Dejó caer su largo cabello dorado por sus hombros y espalda para así poder tomar aire con más tranquilidad. Llevaba su traje de ahora comandante de grupos especiales en batalla, que consistía en un enterizo negro con rayas rojas que caían desde los hombros hasta la cadera. El traje era ajustado a su piel, lo que le permitía una flexibilidad al moverse incomparable a otros trajes. Venia también junto con una chaqueta que le llegaba a las rodillas de color negro con bordes rojos y dorados, también poseía guantes, qué según el doctor Skoot, gran amigo suyo por cierto; resistirían varios impactos de balas. Estos eran de un bonito color negro metálico con gris y combinaban con sus botas militares del mismo color.

—Ahora la responsabilidad, cae sobre ti... —repitió por quinta vez aquel día.

Aquella frase la tenía inquieta, sobre ella, ahora recaía el destino de la humanidad. No lo entendía del todo, exterminarla para salvarla de su propia autodestrucción. No parece lógico destruir algo que intentas proteger, pero ese pensamiento fue destruido con el otro recién presente en su mente. Si aquello que proteges no se auto protege, oblígalo a hacerlo, no proteges una población Ruth, proteges una humanidad, es decir, Adán y Eva, los nuevos pobladores, junto a aquellos que ahora servirán para aniquilar si su población vuelve a sobre extenderse, los Alpaxs.

Otra vez una luz roja reflejada sobre mis ojos, ¿El tiempo ahora pasa más lento para mí a todo momento?, no, ahora son las células evolucionadas en mi cuerpo, aquellas que me permiten hasta romper la delgada línea de la vida y la muerte, algunas leyes de la física y la materia, hasta la misma biología ¿Qué es lo mejor y lo peor de este macabro regalo encapsulado que ahora viaja por mis venas?, la inteligencia sin duda, una que me permite resolver cualquier problema, misterio o situación ¿El precio?, la inhumanidad, aquella cosa que ahora vive en mí, cosa que no me permite ver, sentir, probar, oír, ni siquiera pensar como humana, si no como, como...

Luz roja otra vez en un reflejo en mis pupilas, las pequeñas luces que se muestran en el techo del vagón son vagamente perceptibles, rojas, pero, un poco más oscuras, me recuerdan a la sangre, sangre, Alpaxs, asesinatos, pruebas, destino, mi mente parece una laguna de agua roja, sangre mejor dicho, ¿Estaré ya demente?

—El precio por aquellos poderes es aquello que ahora te sobra pero no valoras, el poder morir, tu humanidad, tu debilidad, tu cordura —repitió con una sonrisa y los ojos ahogados en lágrimas.

Luces rojas cada vez más rápido, ¿aumentamos de velocidad o ya llegamos? Estoy tan confundida, ¡Oliver!, quiero ver a mi joven secretario y aprendiz, Oliver, tan considerado conmigo cuando era humana, aquel chico se preocupaba hasta de si mi corbata estaba cinco centímetros mal puesta hacia la derecha, como quisiera verlo también.

SIN DESTINO: EL INICIO (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora