Epílogo: Resurrección

44 18 0
                                    

Año dos del renacer. Rusia, ciudad Nueva Moscú dentro del muro tres-Grecia. Seis y Cuarenta y dos pm.


Ruth caminaba con su nuevo traje de gobernadora, el cual consistía en un enterizo de color negro con cinco estrellas doradas al lado derecho de su corazón, con hombreras bordadas de amarillo y una gorra elegante militar con un pájaro rojo en el medio, símbolo actual de la nación roja. Su cabello estaba suelto y de momento prefirió ponerse los blancos y delicados guantes que le encantaba ponerse, pues estaba nerviosa, aquella noticia le puso nerviosa.

Era cierto que el muro anti infectados estaba listo, una combinación de hierro con titanio de al menos cuarenta metros de alto, con ametralladoras y porta aviones para defenderle. Eran cinco ciudades las cuales tenían esas murallas en Rusia, pues en Corea habían preferido hacer bases bajo tierra, Alemania algunas en el mar y China con la gran flota aérea que tenían les sería difícil ser atacados.

Ella había sido llamada para saber los resultados de su hermana. El espectro dijo que si quería quedarse debía obedecerle y obviamente Kaira intentó matarle, así que empezaron un proceso para revertir su identidad, recuerdos y sentimientos pasados gracias a unas drogas experimentales, castigos, psicólogos especialistas, videos, hondas eléctricas en el cerebro, historias, audios, usaron todo tipo de procesos para lograrlo y hoy según su maestro, había dado resultado.

La última droga que le habían dado le había hecho más fuerte física y mentalmente, pues consistía en las nuevas dosis fabricadas de su sangre para la nueva generación de soldados que les defenderían, ya que cierto grupo de Alpaxs liderados por la reina Alicia había estado atacando pequeñas colonias fuera de los muros.

Al llegar fue escoltada por dos soldados de elite, con grandes ametralladoras en sus brazos y armaduras con protecciones entre negras y rojas por todo el cuerpo. Al llegar a la sala donde se encontraba su hermana también se encontró con el doctor Honey quien sonreía algo melancólico al ver a Kaira sentada pacientemente mientras hablaba con su mentor Jonatán, quien se le notaba muy feliz de volverla a tener a su lado, aún más porque no le habían permitido verla.

El espectro Rojo también se encontraba ahí de pie, con brazos atrás de su espalda, recto, imponente y poderoso como siempre. Kaira en esos dos años había madurado tanto su cuerpo como su actitud, o habían sido aquellas drogas y sesiones psicológicas intensas, no lo sabía, pero estaba nerviosa del resultado.

—Pronto atraparemos a los terroristas liderados por Norman Greco —les contaba el espectro a Kaira y a Jonatán quienes les miraban con amplia atención.

—Puff, tan solo son unos insignificantes humanos. Ruth y yo podremos con ellos y con un ejército si así lo quieren —le respondió Kaira con una sonrisa presumida fingiendo quitarse tierra de los hombros, lo cual hizo que todos rieran, hasta el espectro.

—Espero que así sea, comandante Ivanovs —le dijo el de la máscara para luego mirar a una sorprendida Ruth e invitarle a pasar con la mano.

— ¡Ruth! —le gritó Kaira feliz de verla y sin perder tiempo fue a una gran velocidad hacia ella envolviéndola en un abrazo cálido y cariñoso— ¡has vuelto de la colonia 4-Roma!

Todos les miraron esperando su respuesta, más nerviosos que otra cosa, pues Ruth se había congelado y se le habían salido algunas lágrimas de ver como su hermana le abrazaba. Kaira en cambio se mostró confundida por aquella reacción así que le miró a los ojos.

— ¿Ocurre algo Ruth? Pensaba que estarías feliz de verme...

Ruth le miró al rostro, se veía que ya era toda una mujer pues había cumplido los diecinueve hacía meses. Tenía el iris del ojo derecho de color azul brillante y el izquierdo de un rojo fugaz, casi como el de ella, un hibrido eso era su hermana.

Kaira estaba vestida con un traje de negro suelto con botas y su gorra, la había dejado en las manos de Jonatán, también llevaba el cabello largo hasta la cintura, lacio de color oscuro con marrón. Su rostro era el de una soldado, serio y duro pero a la vez con una sonrisa de emoción para nada disimulada.

—No pasa nada Kai, solo estoy feliz de verte, de volver a tenerte de mi lado —le dijo abrazándola con fuerza mientras le besaba la frente. Aquello le había costado tanto pero al fin le tenía a su lado, ambas volverían a estar juntas, después de todo Kaira era lo único que le quedaba en el mundo, lo único por lo que vivía ahora...

SIN DESTINO: EL INICIO (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora