Capítulo XII: ¿Una Bestia?

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Todos apuntaron sus armas a una puerta que salió volando hacia el ascensor. Una garra afilada en conjunto con un brazo pálido lleno de venas salió de aquella sala a oscuras, lo que hizo que los latidos de todos se aceleraran y se miraran entre sí.

—¡Preparados! —gritó Norman apuntando el revólver y avanzando hacia la puerta.

Se veía como las garras salían de los dedos de aquella cosa, para luego escuchar un agudo y ensordecedor grito, que hizo que todos se pusieran pálidos, en especial Alicia, quien se encontraba detrás de Norman. Sin duda, esa cosa los podría matar.

Kaira fijaba la vista en uno de los chalecos de los guardias ya descuartizados; reconoció esa jeringa reglamentaria en el personal de seguridad; era adrenalina pura para cuatro minutos. Era eso o mostrar sus verdaderas habilidades y fracasar su misión, "como si eso fuera a pasar", pensó para sí misma sonriendo. No la conocían por mediocre.

Mientras el trepador, que era un infectado pálido con cabello largo oscuro y ojos negros como carbones, trepaba y corría por toda la habitación, alrededor del pequeño grupo de supervivientes, Kaira esperaba el momento para rodar y tomar el chaleco. El grupo, por seguridad, formó un pequeño círculo intentando acertar siquiera un tiro hacia la criatura...

Kaira miró cómo el trepador se entretenía con sus presas, así que decidió correr y deslizarse por medio de la habitación hasta llegar al chaleco y tomar la jeringa. Admiró el logo de N.R.U. para luego mirar la palabra "Adrenalina-Skropens" con cierta duda; sabía que esa jeringa activaría sus habilidades simuladamente, pues su organismo no funcionaba como el de un humano normal.

Norman con el pulso acelerado observó como Kaira se inyectaba la jeringa en el cuello sin cuidado alguno, para luego ser derribado por un manotazo del trepador, cayendo dos metros hacia atrás del grupo.

En ese momento Kaira gruñó y se apretó el rostro con dolor, pues sentía como la sangre le hervía a través de sus venas y arterias, como sus oídos vibraban y sus ojos miraban a todos lados sin poder controlarlos. Eric trataba de impedir que el trepador se acercara a su mejor amigo, pues al parecer al verlo indefenso la criatura apostó por devorar primero a Norman.

Samanta por pura suerte le rozó la espalda con un disparo al trepador, a lo cual este se paró en dos patas e hizo salir de su garganta un grito muy agudo, tanto que hizo que todos cayeran de rodillas tapándose los oídos.

Las pupilas de Kaira se agrandaron de manera exagerada, posando su vista en el trepador; sonrió de manera sádica y optó por una pose como si fuera corredora profesional. La criatura rompió los faros de luz verde, quedando solo los rojos parpadeantes, dificultando así la visión de todos, todos menos de Alicia y la agente.

Norman vio todo borroso debido al golpe; incluso sintió que le ardían los oídos y empezaba a ver alucinaciones. El trepador, sin dejar de emitir el agónico y dañino grito, caminó lentamente hacia Norman, quien tragó saliva al ver a este acercarse.

De pronto, algo a velocidad inhumana con un brillo azul se lo llevó por delante, entrando en la misma habitación de donde la bestia salió. El grito cesó y de fondo solo se oían golpes secos, bufidos y gemidos de esfuerzo, gruñidos y como si alguien raspara el suelo desesperado.

De la puerta empezaron a salir pequeñas gotas de sangre, junto a golpes secos, como huesos rompiéndose y el metal aboyándose con una facilidad aterradora. Todos gritaban presas del pánico, disparando a todos lados, mientras la criatura y aquella figura borrosa se movían y se impactaban con tal fuerza y velocidad que del mareo sintió la inequívoca necesidad de vomitar al tratar de seguirles con la vista...

Norman había recuperado sus sentidos mientras alcanzaba su arma, para luego ver y oír perturbado lo que Kaira hacía solo con sus manos; y no solo él, todo el grupo estaba igual de conmocionado y asustado por tal esfuerzo sobre humano, tanto que se habían quedado inmóviles y callados. El mismo trepador, en su poca inteligencia, al estar a punto de morir, soltó un aullido de miedo, al ver como la agente con una mano apretaba su indefenso cuerpo y le propinaba al menos cinco golpes al torso por segundo.

SIN DESTINO: EL INICIO (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora