Capitulo XLVIII: El Origen del Mal

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"Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia. Aldous Huxley (1894-1963)"


Alicia esperaba ansiosa y hasta algo nerviosa junto a Sofia. Habían estado bajando durante diez minutos por un elevador, aparentemente reforzado con titanio. Sofia le explicó que era para aislar a un polizonte que quisiera robar algo de los laboratorios y escapar, o en otro caso, proteger a sus pasajeros de cualquier peligro. Al menos había una hermosa música clásica, tocada por los instrumentos que vio en la mente de Kaira, Piano y violín, sinceramente, amaba las melodías que aquellos instrumentos emitían.

—Iremos a mi sala de entrenamiento especial, una en la que podemos entrenar todas tus habilidades sin preocuparnos. Tanto las mentales como las físicas, pues para ser la reina, estas bastante atrasada en comparación con tus soldados, Alicia —le dijo Sofia con un tono parecido a la de un mayordomo a su amo.

— ¿La reina de qué? —preguntó Alicia con un tono que reflejaba su fastidio, todos menos sus amigos le llamaban así.

—La futura reina de todo, de los Alpaxs, de los humanos, de la tierra, aniquiladora de los súper soldados y la nación roja. O al menos así te ve nuestro pueblo, el cual gracias a ti está siendo dominado y explotado, por no decir abusado —El dolor de Sofía se vio reflejado en su tono, tanto que a la propia Alicia le había dolido.

—Investigué un poco sobre mi pueblo, aunque es algo confuso todavía —susurró bajando la cabeza.

Ambas dejaron de hablar al ver como las grandes puertas blindadas del elevador se abrían. Alicia tuvo que poner una mano en sus ojos para no quedar ciega con la luz del pasillo, en cambio Sofia, ya estaba más que acostumbrada.

Cuando Alicia se acostumbró a la luz del lugar pudo apreciarlo en todo su esplendor, quedando al mismo tiempo boca abierta. El piso era de lozas tan blancas como las nubes, el techo igual, pero esta vez brillante, casi como reflectores.

Las paredes eran grandes ventanas de vidrio de donde se podían ver cientos de experimentos. Alicia se quedó viendo emocionada como un aparato en forma de cilindro con varios cables hacia flotar unas piedras.

—Baratijas humanas, créeme, cuando tengamos nuestro imperio podremos hacer mucho más que eso. Somos superiores, Alicia —Sofia al hablar de los humanos se podía percibir tanto desprecio que intimidaba con él.

Mientras que ambas caminaban podían verse más experimentos. Armas capaces de emitir rayos que evaporizaban todo objeto. Prótesis que aumentaban la fuerza al igual que trajes. En otra ventana Alicia vio como un perrito carecía de una pata y al inyectar una vacuna con líquido verde la extremidad le volvió a crecer, en ese momento sintió una sensación cálida en su corazón.

—Aun así parecen querer ayudar, digo, esos avances tecnológicos le pueden regresar la felicidad a varias personas —le dijo en desacuerdo Alicia, quien no entendía la frialdad de Sofia hacia los humanos.

—Esos lujos serán solo para los más adinerados y personas de poder, así lo puedan usar en todos no lo harán, no es factible, la prole debe ser ganado para ser controlado, como dirían los líderes militares del pasado, tienen que ser tontos y adoctrinados para seguir a todo el que les meta en la jaula y luego les saque y vean como héroe.

Alicia iba a replicarle cuando dio un salto por el ruido que se presentó a su lado. Al voltear pudo ver con los ojos abiertos como un búho como Franco destrozaba una viga de metal con un brazo biónico en donde antes no había nada, realmente estaba sorprendida y asustada.

Franco llevaba varios cables conectados en el cuerpo, con una especie de adhesivos que median sus signos en una pantalla como el pulso, la circulación de la sangre, el patrón neuronal con el nuevo brazo artificial. Él al verla le sonrió como un niño al recibir su primer juguete a lo que ella le correspondió y siguió caminando.

SIN DESTINO: EL INICIO (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora