Capítulo XXII: Entre Labios y Nieblas

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Eric había divisado un puesto de observación militar, con torretas y todo. Lo cual hizo que ambas camionetas se detuvieran y todos estuvieran alertas, pero al ver que nada ocurría, todos llegaron a la misma conclusión.

—Ármense y bajen con cuidado, en parejas; unos cubran a los otros —y así todos siguieron las ordenes de Eric, quien iba adelante con Alicia, al lado Norman y Kaira, seguidos de Franco y Samanta...

Al otro extremo de la carretera, Alan y su grupo iban hacia el segundo puesto de control, el cual era una especie de casa pequeña con armamento, junto a una pequeña celda adentro, con aparatos de comunicación y una pequeña cocina.

Eric abrió la puerta del puesto mientras Kaira y Alicia apuntaban a lo que fuera que estuviera ahí adentro. No había nada, ni siquiera rastros de pelea o resistencia; simplemente estaba vacío y desolado, cosa que le daba mala espina tanto a la agente como a Alicia.

Eric y Norman se adentraron a la cocina, viendo paquetes de harina y una bombilla de gas; cerca se oía un arroyo. Ambos sonrieron y empezaron a hacer un ridículo pero gracioso baile para Alicia y Kaira, al saber que esa noche no pasarían hambre, las cuales los miraron con caras de fastidio, no pudiendo evitar reirse.

—No me parece prudente descansar aquí, Eric —le dijo su mejor amigo a lo que este le miró alzando una ceja, sonriendo en mucho tiempo.

Eric señaló la cocina, luego los dos puestos, las torretas y algunas pequeñas pistolas que había en las mesitas. A Kaira también le parecía buena idea descansar en ese lugar. Estaba fortificado. Alicia fue la única que entendió por qué Norman lo decía: no pelearían contra humanos, sino contra infectados, varias clases y mutaciones de ellos o posiblemente contra la N.R.U.

—¿Estas bromeando? Es el mejor lugar para pasar la noche; además, si te inquieta porque está todo tan vacío, revisaré la máquina de comandos. Recuerda que soy como militar; la última conversación debió quedar grabada —esto calmó solo un poco a Norman, a quien no le parecía buen lugar.

Eric se sentó en la máquina antigua de comunicación del comando mientras Norman dejaba sus armas en la mesa y salía al exterior. Ahí estaban Kaira, Alicia y Samanta charlando junto a Franco, quien se hallaba aburrido, alzándole las cejas para darle una palmada en el hombro y entrar. Norman saludó a las chicas avisándoles que se quedarían y que acercaran las camionetas a la entrada.

Luego fue y le avisó al grupo de Alan, el cual rápidamente se instaló en el puesto. A José le divertía manejar la torreta automática instalada en el techo del puesto militar. Sofía andaba fumando unos cigarrillos que encontró en la cocina. Alan y Nora, en cambio, estaban revisando la comida y todo recurso y Miranda, la policía, vigilaba por la ventana ya más recuperada de los incidentes del pueblo.

Al llegar Norman con sus amigos vio cómo Kaira estaba sentada en un mueble de yeso pegado a la pared del lugar; ella lo miró y le hizo un gesto para que se acercara, dando pequeñas palmadas al banco de concreto. Se sentaron juntos y ella unió su hombro con él de una manera muy cariñosa, cosa que sorprendió a Norman, logrando que la chica se avergonzara y se apartara un poco. No sabía de esas cosas; en la academia tal contacto con el género opuesto estaba prohibido.

—Eric anda revisando la radio, Franco en la torreta y Samanta le está enseñando a cocinar a Alicia, ojalá no nos envenene... —le dijo Norman recordando la mueca de Alicia al ver como se había quemado su comida.

Ella puso una mueca para ambos reír y mirar la calle. Por alguna extraña razón había niebla en el lugar. Los puestos de control se encontraban montaña arriba, pero hacía un exagerado frío y ni un solo sonido además de ellos. Kaira se frotó los brazos y Norman la miró sonrojado. "No seas cobarde" pensó para sí mismo. Él la miró y ella bajó la mirada; al tragar saliva el joven la abrazó con un brazo, sorprendiéndola, a lo que ella se pegó más a él. ¿Quién diría que los trucos de la gótica funcionarían? Ella no sentía frío, apenas una brisita; pero le contentaba mucho que Norman hubiera captado la indirecta.

SIN DESTINO: EL INICIO (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora