Capítulo VIII: Al Filo de la muerte (Parte 1)

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"El corazón tiene razones que la razón no entiende". (Siempre a tu lado).

Al bajar al sótano se podía apreciar todo un arsenal. Norman estaba maravillado y molesto a la vez porque su amigo no le hubiera mostrado tal lugar. También notó como la mirada de Kaira se volvía fría y sin emociones, casi como una máquina, por lo que con algo de pena fue a tomarle de los hombros y hacer que ella le mirase, cosa que sorprendió a la chica haciéndole recuperar su brillo habitual en los ojos.

—Ya tenemos lo necesario para frenar a esas cosas ¿ves? Te dije que mi plan era bueno —le comentó Norman sonriendo, para luego sobarle los brazos y dejarla para prestarle atención a Eric.

El valor e instinto asesino que reunió para matar a todos y cada uno de ahí, menos a Norman, quien lo llevaría a la fuerza para que su organismo fuera estudiado bajo vigilancia, había sido disipado por el tacto de aquel chico. Tendría que esperar otra oportunidad para escapar o para asesinarlos; ellos no podrían hacerles siquiera un rasguño, solo que no lo sabían.

—Cortesía de los rusos y chinos. Miren todo este arsenal de calidad. Dijeron que necesitaban un depósito y acá las dejaron, pero jamás volvieron, así que yo aproveché e hice todo esto, y por sus expresiones veo que les encantó el lugar —dijo Eric sonriendo, a lo que le siguió una mirada incómoda de todos—. ¿Qué?

Norman agarró un cuchillo militar con el logo de una serpiente roja en el mango, mirando con lentitud aquel nombre, recordando que ellos eran los malditos culpables de todas sus desgracias. Luego observó a su amigo lo más serio posible y le contó.

—Eric, creemos que esa empresa está detrás de toda esta locura, es decir, de los infectados, el caos en la ciudad, la cuarentena, las matanzas por esos grupos armados...

El chico soltó una carcajada de burla hacia el comentario de Norman. Luego tiró unas mochilas tácticas hacia el suelo, todas de color negro con rojo con el logo de la aclamada empresa.

—Imposible, tenían tratos con mi padre y proporcionaban armas a los militares acá en San Carlos y al resto del país, creo que hasta a Colombia y Chile les proporcionaban armas —les explicó Eric.

Kaira los escuchaba en silencio. Norman era bastante listo, pero no lo suficiente para descubrir todo en tan poco tiempo. Se apresuró en guardar dos sables de combate en un cinturón que encontró en las repisas, dos glocks en otros cinturones con compartimientos ajustados a sus muslos, y un hacha táctica en su espalda.

Franco y Samanta en cambio, guardaban toda arma que veían en los bolsillos, también chaquetas y granadas ¡hasta una bazuca estaba ahí!... Sin duda ahora tenían armamento pesado.

—El mensaje que nos llegó cuando intentamos conectarnos a las redes tenía el logo de la empresa; la hermana de Kaira trabajaba para ellos y le proporcionaron el mismo armamento; ellos lograron e hicieron posible de alguna manera que nadie pudiera salir del estado, convirtiéndolo en una zona de guerra —le explicó Norman arrugando la cara, mientras reflexionaba sobre lo que él mismo decía, dando paso a más cosas que su mente en ese momento ignoraba.

"Fase Beta", suministro de armas a militares y civiles, los pequeños drones, no se puede salir del estado, armas biológicas, infectados, el que salga morirá, "busquen a todos los inmunes al virus".

—¿Estás bien? —le preguntó su mejor amigo sacudiéndole los hombros.

Norman abrió los ojos desmesuradamente, dándose cuenta de qué demonios era lo que pasaba. Solo tuvo que conectar todas las ideas: aquellos grupos armados vestidos de negro, armas avanzadas, ¿Empresas rusas y chinas? Tan solo una empresa armamentista, y si así fuera ¿Dónde probarían armas biológicas de tal alcance y devastación?

SIN DESTINO: EL INICIO (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora