Capítulo VI: Una Chispa De Esperanza (Parte 1)

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La esperanza reside en los sueños, en la imaginación y en el coraje de aquellos que se atreven a convertir sus sueños en realidad". (Jonas Salk).

Norman y Kaira se encontraban corriendo por las desoladas calles de aquel pueblo a toda velocidad. Ambos, al ser bastante atléticos, sobre todo ella, no se cansaban tan fácilmente y su objetivo estaba a medio pueblo, es decir, a horas de camino.

—¡Espectadores! —gritó la rusa, viendo las esferas metálicas sobrevolarlos para luego hacerse invisibles.

Kaira le había hablado de ellos a Norman antes de salir; estas eran pequeñas esferas de metal que volaban a los alrededores vigilando todo. ¿Quién las manipulaba? No se sabía, pero de nada bueno se podría tratar.

—¡Infectados al frente! —advirtió Norman desamarrando su hacha para ver cómo las bolitas de metal tomaban altura.

Les seguían unos tres por atrás y al frente tenían dos. No quedaba opción; tendrían que luchar, pues estos no eran los lentos que se encontraron otra vez; estos eran más rápidos, ágiles y fuertes. No había problemas, iban bien armados.

—¡Norman, tu cuerpo a cuerpo, yo las armas! —vociferó Kaira para esquivar a uno de los infectados y mirar al joven.

Norman agarró el hacha con fuerza y miedo a la vez, luego le asintió y respiró hondo. Kaira no quería dejarlo pelear por miedo a que le mordieran, pero si lo sobreprotegía, él jamás aprendería a luchar. Luego de eso, juntaron sus espaldas; tan solo se oían sus agitadas respiraciones, acompañadas de los guturales gruñidos de los infectados, impacientes por despedazarlos.

Norman miraba constantemente a los infectados, abanicando con el hacha para que no se acercaran, mientras que Kaira desenfundaba los revólveres para girar entre sus manos y apuntar directo a los cráneos de aquellas bestias.

Ella disparaba con mucha precisión a diestra y siniestra, volando las piernas de los tres que le seguían para volverlos más lentos, mientras que Norman bloqueaba los arañazos y mordidas de los de adelante y en ocasiones daba patadas para alejarlos.

De repente, Kaira vio el lado derecho de Norman, divisando así un infectado que estaba por arrancarle el cuello de un mordisco, así que sin perder tiempo vació el aire contenido en sus pulmones para luego disparar dos veces, volándole así el cráneo al infectado, convirtiéndolo en una masa de sesos y sangre.

—¡Presta más atención, niño, casi te matan! —le gritó ella con un gruñido casi al punto de un infarto, pues de no ser por su disparo, ahí habría quedado su compañero.

Luego, sus expresiones se suavizaron al ver el rostro de Norman, el cual era uno arrepentido y con su notorio orgullo herido. La rusa recordó que él solo era un civil y ella una soldada; no estaban al mismo nivel y tal vez jamás lo estarían.

Solo quedaban dos infectados en la zona. Ambos se miraron y asintieron para correr a máxima velocidad hacia los restantes. Tan solo se oían los gritos de las bestias que también corrían hacia ellos, y los deportivos acompañados de las botas de Kaira al impactar contra el pavimento de la calle...

Norman, al ver al infectado ir hacia él, se hizo a un lado, poniéndole la punta del pie para que efectivamente cayera al suelo de boca. Luego le dio un pisotón tan fuerte en la cabeza del mismo; se quebró como un melón, dejando un olor pestilente parecido al amoniaco.

Kaira, en cambio, giraba esquivando los zarpazos con los que le intentaba acertar el infectado; luego de varios intentos por parte del muerto, se posicionó detrás de él, disparándole en la nuca y empujando al otro infectado para que el filo del hacha de Norman terminara por fin en su cuello.

SIN DESTINO: EL INICIO (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora