Capitulo XLVI: El Reencuentro

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"Quienes se entregan a la venganza y se toman la justicia por su mano rara vez saben dónde está el límite". (Richelle Mead)



Eric en compañía de su chaqueta color marrón militar, un regalo que Grace le dio a todos, caminaba cómodamente por la base, recibiendo saludos y llamados amistosos de sus soldados. Por otro lado cada súper soldado que le veía se limitaba a mirarle feo, pero cuando uno tenía la intención de abrir la boca Eric le miraba de una manera peor.

Tuvo que caminar cerca de media hora para al final preguntarle a Gunter donde diablos estaba Alicia, pues Franco de mala gana junto a Samanta ya estaban preparando la vieja camioneta que usaron para llegar a Valencia, ellos le tenían ciertos sentimientos y por eso decidieron arreglarla y hasta mejorarla.

Al salir al gran jardín se encontró a Alicia, vestida con una peculiar capa roja, pantalones de un color marrón tan oscuro como el barro en invierno, botas del mismo color pero más claro y por debajo llevaba una camiseta de color blanco. Ella al darse cuenta de la presencia de Eric elevó el dedo para que el pajarito que reposaba ahí se elevara.

Eric no sabía que decirle, ni cómo actuar, ni siquiera como mirarle. La última vez que se vieron fue en una pelea, no en una agradable que digamos, aunque ella hubiera estado en su "bando". No le dio más importancia y caminó hasta quedar a su lado.

—Disfruto de estar viva, algo que los humanos nunca hacen y hasta condenan —mencionó tajante para mirarle a los ojos. Alicia había perdido ese brillo inocente y característico que poseía, ahora parecía una persona dura, llena de cicatrices de guerra, algo que entristeció bastante al muchacho a su lado.

—Hay cosas más importantes que hacer Alicia, créeme la vida no se puede disfrutar muertos.

— ¿De qué sirve hacer esas cosas importantes si no disfrutas las que en verdad importan, ustedes ni siquiera respiran tranquilos, ni siquiera piensan ni ven lo bonito que puede ser un jardín, los pájaros, el brillo del mundo. Un buen ejemplo seria este, yo aquí disfrutando de una hermosa tarde y tú vienes con tu carota de sargento a ordenarme.

Eric no lo aguantó y se echó a reír, para su sorpresa ella le siguió con una carcajada más estruendosa la cual para él le pareció tierna. Ella tenía razón, a veces se olvidaban que eran niños, niños obligados a crecer, niños obligados a pelear una guerra sin elección, y ese pensamiento en común hizo que el silencio entre ellos dos, hasta que Eric decidió romper el silencio.

—Cambiaste —dijo con algo de nostalgia.

—Todos cambiamos Eric, esta situación nos hizo cambiar para bien o para mal —le aclaró para luego contemplarlo con algo de impotencia— ¿Por qué no me hablaste más?

Eric se quedó mudo ante tal acusación, tuvo que aguantarse las risas al ver la mirada de seriedad que ella acogía en sus facciones. Lo pensó bien y al final le dio la peor de las respuestas, con toda la intención claro estaba.

—Se te veía muy feliz con tu novia.

—Annia no es mi novia, Eric, es aparentemente la única amiga sincera que tengo ya que ¡Kaira parece odiarme! —se sinceró cerrando sus puños de frustración.

—Amm si... Te recuerdo que casi matas a Kaira.

—Lo sé, lo sé pero si no lo hacía no tendríamos las fuerzas ni los ejércitos unidos. Todo para un bien mayor y ella debería entenderlo, de todos modos es una idiota.

—Como, no entiendo ¿serias tan amable de explicarme? —Eric quería saber más, pues no tenía forma de conseguir información sobre todo lo que hicieron al separarse del grupo, y aunque no lo admitiera jamás, le importaban ambas, tal vez Alicia mucho más que Kaira.

SIN DESTINO: EL INICIO (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora