Capítulo XXVIII: Reconciliación

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"Un gran error es arruinar el presente, recordando un pasado que ya no tiene futuro". (Anónimo).


Norman le sonrió a la joven quien yacía enfrente del. Ella tenía una expresión de pánico tristeza y a la vez una sonrisa, estaba conmocionada y confundida. De inmediato y sin previo aviso la chica se adentró a su apartamento cerrándole con fuerza la puerta en la cara a Norman quien sorprendido por la acción decidió tocar varias veces a la puerta con una cara apática.

—Tizi ábreme por favor, soy yo Norman no te haré daño rojita —le suplicó el con el tono más convincente que pudo hacer.

—Vete a la verga neta, no te quiero ver, te detesto como no tienes idea maldito mentiroso, traidor, eres un sucio, largo de aquí maldito falso —espetó la chica con cierto dolor en sus palabras mientras se agarraba del pecho y con otra mano la boca.

Tiziana pegó la espalda a la puerta mientras volvía a tapar su boca para evitar que Norman oyera sus quejidos productos del llanto. Había ensayado tanto el momento en su mente y emociones terminaron por arruinarlo. Su corazón latía tan rápido que sentía que subía por la garganta ¿Estaría feliz de verlo enserio? No, ella lo odiaba, lo detestaba por haberla abandonado cuando más lo necesitaba, ahora estaba más sola que nunca pero feliz, fuerte e inmutable.

—Tizi por favor ábreme la puerta —le rogó el muchacho, pues por mucho que ella intentara disimular él sabía que ella estaba sollozando, con el pasar del tiempo, por instinto había aprendido a agudizar todos sus instintos por el inminente peligro al que siempre se exponía.

—Vete Norman, o juro que te abro el pecho con la escopeta que tengo en el armario —le amenazó ella con la voz temblorosa, la verdad es que quería un abrazo del, pero no podía perdonarlo, al menos su corazón no podía...

Norman forzó la puerta haciendo que la joven cayera de rodillas para luego incorporarse y plantarle cara. Al ser el más alto ella tuvo que alzar la mirada observando aquellos ojos verdes, con aquel brillo que tanto añoraba estaban ahora apagados, parecían muertos, más eso le importó una mierda. Ella se limpió las lágrimas y tomó una bocanada de aire para luego tratar de mirar a otro lado, aunque le parecía casi imposible.

—Sé que estas enojada, pero no es momento para berrin... —Norman en un abrir y cerrar de ojos se encontraba en el suelo, sintió un ardor en el labio superior y al tocárselo vio como aquel caliente líquido escarlata que tanto había visto en el último vez escurría de su labio y dedos.

Su antigua amiga estaba de pie mirándolo con rabia, apretando la mandíbula y apretando los puños para no volver a golpearlo, y vaya que tenía fuerza. Para la sorpresa de ella Norman se levantó rápidamente y se paró enfrente de ella mirándola a los ojos mientras la sangre manchaba su camisa blanca y pantalones azules oscuros.

— ¿BERRINCHE?, ASÍ QUE ¿ESTO ES UN BERRINCHE HIJO DE TU PUTA MADRE? CHINGATE —le gritó ella empujándolo mientras él la miraba desafiante.

—Sabes, venía a ayudarte y sacarte del infierno en el que este país se desatara, pero ¿sabes qué? Púdrete —le dijo en un gruñido mientras se volteaba molesto y comenzaba a caminar.

Ella abrió los ojos como platos y sus ojos adquirieron un brillo de rabia que Norman pudo notar de reojo. Varios de sus cabellos rojos cayeron por su frente antes de lanzarse a golpes con el chico. El primero lo recibió en la costilla luego Norman le agarró la mano y le pateó la rodilla haciéndola caer.

—Nunca has sido buena peleando, ni lo intentes. Yo ahora vengo con más experiencia y una niñita llorona no me va a hacer nada —le espetó el ya molesto de su actitud agresiva, aunque el tampoco pensaba muy claramente en esos momentos.

SIN DESTINO: EL INICIO (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora