Pelea

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—Konekomaru.

Ante el llamado de su amigo pelirosado, alzó la mirada hacia éste mientras masticaba el desayuno con parsimonia. Shima lucía ligeramente preocupado y aquello le resultó extraño.

—¿Qué hiciste? — preguntó luego de tragar el bocado.

—Bueno...—Renzo rio nerviosamente a la vez que revolvía un poco el arroz con los palillos—. Haz de cuenta que ayer emborraché a Okumura-kun sin querer. Y... bueno... Bon lo ayudó a llegar a su cuarto.

—¿En serio?

—Mh. Sí. No bebió mucho, pero sí estaba bastante ebrio.

—Oh, pero Bon lo acompañó, así que estoy seguro de que no le pasó nada.

—Lo que me preocupa es eso. Konekomaru, te has dado cuenta, ¿no?

—¿Hablas de que Okumura-kun gusta de Bon? — el más alto asintió—. Oh, sí. También me he dado cuenta de que esto es lo mismo de parte de Bon a Okumura-kun

—Ajá. La cosa es que Okumura-kun no se ha dado cuenta de sus sentimientos hasta que se lo he comentado— Miwa mostró asombro y se acomodó las gafas—. Bon no se ha dado cuenta de que se siente atraído a Okumura-kun. Te lo puedo apostar. Lo que quiero decir, es que espero que Okumura-kun no haya confesado nada a Bon porque, yo creo, que él no se lo tomaría muy bien. O, ¿tú qué piensas?

Musitó un ruido de meditación, apretó los labios y acomodó los palillos entre sus manos.

—Es verdad que Bon sigue ignorando sus propios sentimientos— concordó el más bajo—. Así que si Okumura-kun se le confiesa ahora, lo más probable es que consiga un rechazo. Nada grave, pero sí un poco triste, supongo. ¿Crees que Okumura-kun pudo haber dicho algo anoche?

—Espero que no.

—Tampoco puedes hacer nada si ha sido así—Miwa sonrió divertido en cuanto Renzo lanzó derrotado sus palillos sobre la mesa—. ¿Realmente quieres que estén juntos?

—Ya no soporto la tensión sexual entre ellos, Koneko— se agarró la cabeza y lloriqueó dramáticamente, ganándose risas del aludido—. Suficiente tenemos con Shiemi-chan y Okumura-san.

—Debo admitir que tienes un buen punto. Sin embargo, no podemos intervenir. No nos compete, Shima.

El mencionado suspiró con fuerza y dejó caer sus manos sobre la mesa, mirando la comida sobre su plato. Su querido amigo tenía mucha razón. ¿Y si terminaba empeorando la situación? Recuperó los palillos y retomó su actividad de llenar su estomago; esa tensión entre el par era jocosa cada tanto. Tendría que soportarlo como lo había hecho hasta entonces. No entendía como Konekomaru podía seguir sin problema alguno.

...

—Hermano— Yukio meneó gentilmente el hombro del mayor—. Despierta.

Rin bufó, cansado, encogiéndose en su sitio y abrazándose con mayor ímpetu a las mantas calentitas. Sentía el pelaje suave de Kuro contra su nariz, rozando sobre sus labios, pues el minino, durante la madrugada, había entrado a la habitación, junto a Yukio, y se había acostado frente al rostro de su dueño. Lamió sus labios, sintiendo la boca seca, y notó una molesta punzada en la cabeza, no sabiendo la zona exacta de donde provenía. Quería dormir más, mucho más, pero también quería turistear por Kioto. Abrió los parpados, doliéndole los ojos cuando notó la luz del día colándose a la habitación, espabilando de a poco hasta ser consciente de su sitio en el espacio tiempo. Cerró los ojos y su frente se arrugó por la fuerza que estaba implementando; la noche anterior estaba borracho.

Alfa y OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora