Una explicación obvia

699 88 23
                                    

Estaba un poco cansado, en realidad, pero nada serio. El médico había entrado a la habitación para hacerle un chequeo mientras Kirigakure permanecía plantada junto a la cama de brazos cruzados; había llegado hace unos minutos atrás.

—Tu celo ya se ha terminado— comentó el hombre de unos treinta y tantos, Beta y alto, a la par que se acomodaba el estetoscopio alrededor del cuello—. ¿Hay algún malestar que sientas?

—Ahm... No...— meditó el muchacho, mirando al adulto—. Creo que no.

—Siendo así, puedes volver a casa. Seguramente estás agotado, y no es de extrañar, pero tienes permitido retomar tus actividades normales. ¿De acuerdo?

Rin asintió, un poco desanimado porque, a pesar de que era casi el medio día, seguro lo obligarían a asistir al colegio.

—¿Entonces está bien? — Shura preguntó, llamando la atención del médico—. Rin nunca había reaccionado así.

—Mh. El señor Mephisto me entregó el archivo médico del joven Okumura y lo he inspeccionado con detenimiento. Está documentado que el joven Okumura, a pesar de ser Omega, despide feromonas muy suaves y, prácticamente, imperceptibles. Tengo entendido que nunca ha sentido atracción hacia las feromonas de algún Alfa— el menor de los presentes negó con la cabeza, confirmando lo que decía—. Así como que sus celos son controlados con facilidad. Lo que pudo desencadenar esta situación debió ser un estimulante.

—¿Cómo cuál? — indagó Rin, jugueteando con el borde de la sabana que lo cubría.

—Algunos farmacéuticos tienen este tipo de efectos secundarios, pero, que yo sepa, no has estado medicado en lo absoluto, ¿no?

—No. Mi salud es bastante buena, en general.

—De pura casualidad, ¿no has consumido afrodisiacos o algo similar? — el muchacho negó con la cabeza—. La otra causa en la que puedo pensar es que estás respondiendo a las feromonas de alguien.

—¿De los Alfas?

—No, no— la cabeza de cabellos negros del médico negó suavemente —. No a los Alfas, sino a un solo Alfa.

—¿Cómo? — la pelirroja intervino, frunciendo las cejas y sin comprender de qué se estaba hablando.

—A diferencia de otros Omegas, el joven Okumura nunca ha manifestado problemas hormonales serios. Hace poco tuviste un examen de sangre general y no se notó nada preocupante. Tu tiroides está bien, tu hipotálamo, etc. Así que podemos descartar esto. Hasta ahora, por lo que tu hermano me ha contado, solo has hecho uso de sus ropas para formar tu nido durante tus celos. Sin embargo, también ha dicho que ese suéter que llevas puesto no es de su propiedad.

Pareció caer en cuenta de que aquel hombre tenía razón, casi hasta parecía haber recordado que aun usaba el suéter de Ryuji. Sus orbes azules se abrieron un poco más de lo que ya estaban y bajaron un instante hacia la prenda que le cubría; apestaba a sus feromonas para ese punto y estaba un poco húmeda por esto mismo, al igual que por su sudor.

—A lo mejor no lo recuerdas— prosiguió el doctor—. Cuando te trajeron aquí y te iba a hacer la primera revisión, traté de retirarte el suéter, por protocolo, pero negaste de inmediato. Tu hermano, la señorita Kirigakure y el señor Mephisto intentaron persuadirte, y como puedes ver no lo lograron. Muchos dicen que los Alfas son posesivos, solo que los Omegas no se quedan muy atrás.

—¿Insinúa...? ¿Supone que las feromonas de quien me ha prestado este suéter es la razón por la que mi celo enloqueció?

—Es lo que creo, sí. Como ya he dicho, todo está bien contigo, así que no debes preocuparte al respecto, pero sí debes tener cierta precaución con este Alfa. Por seguridad. Que emitas hormonas leves no significa que seas incapaz de ser marcado o dejado en cinta, así que recomiendo cuidado. No te prescribiré ningún medicamento a excepción de tus supresores para el celo y te obsequiaré algunos condones. Bien, entonces, iré a arreglar tu papeleo para el alta y volveré en un rato más. Con permiso.

Alfa y OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora