Ruptura

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Optó por continuar usando la venda durante algunos días más, porque la ropa le molestaba al rozarle el cuello y las costras se enredaban entre los hilos de ésta, de forma en que eran jaladas y arrancadas, en ocasiones, por el movimiento. De todos modos, no sería mucho tiempo.

Esperaba que la gente no se percatara de ello, no porque le diera pena o similar, sino porque quería evitarse que esparcieran chismes o rumores, pues creía que con eso era más fácil que el rubio de ojos verdes se informara de la situación en la que estaba; eso no sería bueno en lo absoluto.

La gente estaba acostumbrada a que los Omegas y Alfas de la escuela faltaran a clases y/o actividades extracurriculares, por lo que, al volverlos a ver, no hacían muchas preguntas. Incluso Godain y Kamiki se abstuvieron de cuestionarle por su ausencia, suponiendo prontamente que había estado sufriendo por su celo que, en el último año, se estaba, de cierta forma, desequilibrando.

Se puso al corriente y el día transcurrió con normalidad hasta llegar la hora de los clubes. Él se había disculpado con sus superiores encargados, pero estos, como era de esperar, le restaron importancia alegando de que entendían que se trataba de algo normal que no merecía mayor explicación.

Comenzó a preparar los utensilios e ingredientes que iba a necesitar para la receta de aquel día, cuando, sin previo aviso, Tsubaki se plantó junto a él a una distancia prudente e hizo una reverencia más profunda de la usual. Rin se mostró impactado en un principio, luego sintió confusión y, finalmente, empatía mientras le dictaba a la muchacha que se enderezara.

—Lamento mucho haberle pedido ayuda, senpai— decía ella, irguiéndose por la fuerza que el otro ejercía sobre ella y con culpa tiñendo su rostro—. De haber sabido que salía con Suguro-senpai...

—Está bien.

—No, senpai. Realmente espero que no le haya causado problemas.

—No te preocupes. Ryuji y yo siempre peleamos— aseguró Okumura, restándole importancia con un meneo de la mano—, aunque lo resolvemos.

—Lo siento— Tsubaki musitó tan bajito que parecía estar susurrando—. Yo no soy de las que se meten con personas que ya tienen pareja.

—Está bien, acepto tus disculpas.

—Muchas gracias.

Le obsequió una sonrisa y le dio una palmada amistosa en la espalda para consolarla.

Por un instante quiso preguntarle si acaso Suguro había sido grosero con ella durante la charla que tuvieron, pero no quería traer de vuelta la amarga anécdota, así que decidió ahorrarse la duda y las réplicas que pudiera tener para el otro muchacho si es que la respuesta de ella era afirmativa.

Podía sentir aun el nerviosismo de la joven por andar alrededor suyo, lo que, a su vez, lo ponía en ese estado por igual, pero Okumura trataba de que el ambiente entre ellos no fuera raro ni incómodo. Genuinamente no estaba enojado con ella. Tampoco es que él se iba a molestar con toda persona que se le confesara a Ryuji, pues, de ser así, estaría iracundo con la mayor parte de la escuela, aunque esto no significaba que estuviera contento en lo absoluto. Los celos gorgoreaban dentro de su pecho, pero no eran tan graves como para hacer una escena digna de un drama.

Terminando el club de cocina, salieron del salón, dejando a quien estaba designado para ordenar y limpiar todo, y se encontraron con el muchacho de cabellos castaños esperando pacientemente junto a la puerta; tenía el bolso sobre el hombro derecho y en las manos sujetaba un libro relativamente pequeño con título en idioma extranjero que Rin desconocía por completo.

—¿Tú qué? — el muchacho de cabellos negros interrogó, haciendo un ligero ademán con la cabeza.

Tsubaki hizo una reverencia suave, saludando al más alto y, poco después, despidiéndose de ambos para retirarse por el pasillo, permitiéndoles estar en soledad.

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