Renzo quería ahorcar a su amigo por su estupidez. ¿Cómo se le había ocurrido decir tal cosa frente a Rin? Mientras él volvía a masticar los fideos, veía al muchacho pelinegro golpeando la espalda de Miwa que, luego de un rato, logró respirar con normalidad, aunque lágrimitas de esfuerzo se acumulaban en sus pestañas.
—¿Ya estás bien? — preguntó Okumura, abanicándole con la mano libre.
Konekomaru atinó a asentir a la par que se alzaba los lentes y limpiaba sus parpados con los dedos.
—Ya veo— logró decir el calvo, aclarándose la garganta.
Ryuji deslizó una servilleta sobre la mesa hasta su amigo que, con un agradecimiento bajito, tomó el trozo de papel para limpiarse los labios. Ninguno habló durante un largo rato. El celular del Omega vibró y soltó el sonido de una campana de manera repentina, anunciando un nuevo mensaje; leyó velozmente la misiva y, agradeciendo a un ente superior, organizó sus cosas con intensiones de marcharse.
—Tengo que irme— sentenció, alzándose de la silla y sonriendo tenuemente a sus amigos—. Nos vemos luego.
Sin esperar respuesta alguna, se retiró velozmente del sitio. Shima miró al muchacho castaño, que se había volteado a ver por donde se marchaba el pelinegro, y, sin dudar, le dio una patada por debajo de la mesa, ganándose un quejido y una mirada fulminante de éste mientras pronto se llevaba una mano a la zona dañada.
—¡Oye!
Shima hizo caso omiso al otro muchacho, dirigiendo sus ojos a un punto lejano de la cafetería, y prosiguió con sus alimentos, pensando que se lo merecía, porque había podido notar, en los ojos azules, como se rompía, pedazo a pedazo, el corazoncito de Okumura. El pelinegro era un idiota y había muchas cosas básicas de la socialización que desconocía, pero no lo era al punto de no saber qué era un crush.
Por supuesto, Rin no se tomó aquella conversación de buena manera. El muchacho miraba su maleta sin hacer mientras oía a su hermano rebuscar entre las cosas de su armario. Eran alrededor de las nueve de la noche y estaban preparándose para el viaje del día siguiente que comenzaría a temprana hora de la mañana.
Kuro maulló, trepándose en la cama, restregándose contra la mano del pelinegro que permanecía perdido en sus pensamientos y, luego, se introdujo en la maleta vacía, empezando a ronronear. Su cabecita negra y orejas suaves era lo único que podían vislumbrarse entre el zipper del bolso. El felino volvió a maullar, alzando sus ojos brillantes y redondos hacia su dueño que, saliendo de su ensimismamiento, le sonrió débilmente a la par que comenzaba a acariciar su pelaje.
Mientras el animal ronroneaba por los cariños proporcionados, Rin soltó un largo y pesado suspiro que llamó la atención de su gemelo.
—¿Estás bien? — preguntó Yukio.
—Sí— Rin asintió, levantándose de la cama para ir al armario—. Solo cansado.
Le restó importancia a la par que tomaba ropa limpia de los cajones y se devolvía sobre sus pasos. Sacó con una mano a Kuro, dejándolo sobre la almohada a pesar de que a Yukio no le gustaba mucho que hiciera eso, y guardó de manera desordenada sus pertenencias dentro de la maleta; pensaba, desanimado, en lo que el muchacho de perforaciones había dicho anteriormente.
¿Bon tenía un crush con Lightning?
Pero es que habían más de 10 años de diferencia entre ellos. Quisiera decir que estaba bien, pero no podía mentirse así en realidad.
Aunque el hombre fuese un raro y tuviera una apariencia de vagabundo, debía confesar que era inteligente y extrañamente maduro. Él no podía compararse en lo absoluto con Lewin. Sabía que no era una buena forma de verlo así, pero simplemente sabía que no podía competir con aquel hombre. Rin era consciente de su incapacidad para tener buenas notas, de su propia idiotez con las materias y todo lo que tuviera que ver con algún tipo de ciencias. No, a él le iba de maravilla en los deportes y en la cocina. Para empezar, él tenía planeado dejar los estudios luego de culminar la secundaria, sin embargo, debido a como se estaban desarrollando las cosas a su alrededor, se vio en la necesidad de acompañar a Yukio a la Academia de la Cruz Verdadera, siendo obligado por Mephisto a continuar con la escuela.
ESTÁS LEYENDO
Alfa y Omega
FanfictionAsí como las personalidades de los habitantes del planeta siempre salen de una u otra forma del promedio, los sexos y las condiciones de salud de una persona pueden variar sin necesidad de padecer alguna enfermedad. Un Omega que apenas emite feromon...