Crush

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Kuro estaba acostado sobre el pecho de su dueño que permanecía completamente dormido. Era una bolita negra suave, con ojos enormes que miraban atento el rostro de Okumura y una cola que se meneaba elegantemente por el aire. Maulló con fuerza y una de sus patitas suaves tocó la punta de la nariz de Rin varias veces hasta conseguir despertarlo.

Los orbes azules, entrecerrados, miraron la litera superior de manera borrosa mientras la mano derecha tanteaba el colchón, entre las sabanas. Kuro volvió a maullar, insistente, cuando los dedos tocaron el celular. Alzó el aparato hasta sus ojos y observó la hora en la pantalla, ocasionando que cualquier signo de sueño se esfumara de su cuerpo.

—¡Yukio!— gritó, sentándose de golpe en la cama y logrando que el felino bajase de encima suyo con un salto hacia el suelo—. ¡Yukio! ¡Levántate! Vamos tarde.

El más joven despertó a medias, mirando la pared adyacente a su cama antes de darse la vuelta, escuchando el ruido ocasionado por su hermano, y parpadeó varias veces. Rin estaba vistiéndose a tropezones y velozmente, por lo que comprendió, casi de inmediato, que la alarma no había sonado y, si no se apuraban, demorarían en llegar a sus clases. Se levantó de la cama y se colocó los lentes antes de dirigirse a su armario y vestirse en un dos por tres, procediendo a peinarse el cabello castaño.

Rin se colocó descuidadamente su calzado y corrió fuera de la habitación hacia el baño, seguido unos instantes después por su hermano menor. Luego de encargarse de sus necesidades y de su aseo personal, tomaron sus pertenencias de la habitación y bajaron las escaleras. El mayor se dirigió hacia la cocina, sacando las cajas de bento de la alacena antes de llenarlas de algunas sobras de comida del refrigerador. Mientras se dirigían a la salida del dormitorio, lanzó a las manos de su gemelo el bento que, sin dudar, lo atrapó para guardarlo en su bolso escolar.

Salieron disparados del edificio, en dirección hacia la academia; las escaleras de la escuela eran tantas, pero resultaron nada ante la decisión del par.

...

No logró llegar a tiempo a la primera clase, a pesar de todo y porque se había detenido al haber dejado caer, tontamente, su bolso escolar por las escaleras principales, por lo que el profesor no lo dejó entrar. Ya fuera buena o mala suerte, dependiendo de como se le viese, Godain tampoco tuvo la posibilidad de entrar. Fue así como ambos se quedaron fuera del salón, sentados en unas de las escaleras que daba al segundo piso de la escuela mientras jugaban online con sus celulares.

Godain estaba con la espalda pegada en la pared y las piernas extendidas sobre todo el segundo peldaño de la escalera. Rin, en cambio, yacía sentado en el peldaño superior al de su amigo, sentado de frente al pasillo y con sus pues posicionados entre las piernas del adverso. Ambos se hallaban completamente concentrados en el juego RPG del celular en donde hacían dúo al punto de que no notaron en que momento el tiempo había avanzado.

—¿Qué hacen aquí? — preguntó una voz que, rápidamente, Okumura reconoció como la de Shima.

—No nos dejaron entrar— contestó el de ojos azules sin mirarle—. ¿De dónde vienes?

—Estábamos en el salón de audiovisuales— escuchó a Miwa decir.

El pelinegro asintió, comprendiendo, pero sin despegar la vista del aparato entre sus dedos.

—¿Qué clase les toca? — indagó Godain, mirando al trío un instante antes de seguir con el juego.

—Biología.

—Mh, escuché que iban a cambiar al profesor.

—¿En serio? — preguntó Rin, luego dándole un suave golpe con el pie a su amigo—. Pásame pociones.

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